2 Samuel 6:16-23
“Entonces, cuando el Arca del Señor entraba a la Ciudad de David, Mical, hija de Saúl, se asomó por la ventana. Cuando vio que el rey David saltaba y danzaba ante el Señor, se llenó de desprecio hacia él.
Así que trasladaron el Arca y la colocaron en su lugar dentro de la carpa especial que David le había preparado. David sacrificó al Señor ofrendas quemadas y ofrendas de paz. Cuando terminó de ofrecer los sacrificios, David bendijo al pueblo en el nombre del Señor de los Ejércitos Celestiales. Después repartió a todos los israelitas que estaban allí reunidos, tanto hombres como mujeres, una hogaza de pan, un pastel de dátiles y un pastel de pasas de uva. Luego todos regresaron a su casa.
Cuando David regresó a su hogar para bendecir a su propia familia, Mical, la hija de Saúl, salió a su encuentro y le dijo indignada: ¡Qué distinguido se veía hoy el rey de Israel, exhibiéndose descaradamente delante de las sirvientas tal como lo haría cualquier persona vulgar! David le replicó a Mical: ¡Estaba danzando delante del Señor, quien me eligió por encima de tu padre y de su familia! Él me designó como el líder de Israel, el pueblo del Señor, y de este modo celebro delante de él. ¡Así es, y estoy dispuesto a quedar en ridículo e incluso a ser humillado ante mis propios ojos! Pero esas sirvientas que mencionaste, ¡de seguro seguirán pensando que soy distinguido!
Y Mical, la hija de Saúl, nunca tuvo hijos en toda su vida”.
Algunas veces el amor no es suficiente, especialmente si ese amor es algo menos que una mera fuerte atracción emocional que crece entre un héroe y una admiradora. Para Mical, la hija de Saúl, el valiente y joven David debió haberle parecido un sueño hecho realidad. Los sentimientos hacia este héroe gradualmente llegaron a ser obvios para los demás, y a la larga, Saúl llegó a saber de su amor por David. Él vio esto como una oportunidad para deshacerse de este rival. Prometió la mano de Mical en matrimonio a cambio de que David triunfara en la imposible tarea de matar a cien filisteos. Pero David salió victorioso. Como resultado, Saúl perdió una hija, y David se volvió aún más popular entre la gente.
El amor de Mical por David no tuvo tiempo de ser probado por las realidades del matrimonio. Por el contrario, ella se vio envuelta en salvar la vida de David. Su mente rápida ayudó a que David escapara, pero le costó la ira de Saúl, y su separación de David. Su padre la entregó a otro hombre, Palti, pero a la larga David la recobró.
A diferencia de su hermano Jonatán, Mical no tenía la clase de relación profunda con Dios que la hubiera ayudado a atravesar las dificultades de su vida. Por eso, se volvió amargada. No pudo aceptar el regocijo que el rey David tenía al adorar a Dios, así que ella lo odió. Como consecuencia, nunca le dio a David un hijo, la amargura la volvió estéril.
Más allá de sentir lástima por ella, necesitamos ver a Mical como una persona que refleja nuestras propias tendencias. Cuán fácil y rápidamente nos amargamos con los giros inesperados de la vida. Pero la amargura no puede cambiar las cosas malas que han sucedido. A menudo la amargura empeora la situación. Por otro lado, la disposición de responder a Dios le da a Él la oportunidad de sacar una bendición de las situaciones más difíciles. Esa disposición consta de dos partes: el pedir ayuda y guía a Dios, y el buscar esa guía en Su Palabra.
Mical fue la primera esposa de David, pero aquí simplemente se le llama la hija de Saúl, posiblemente para mostrar cuán similar era su actitud a la de su padre. Su desprecio por David probablemente no comenzó con la gran entrada que hizo David a la ciudad. Quizá pensó que era indigno preocuparse tanto con un culto público en un momento que no tenía importancia en el reino. O quizá pensó que no era digno de un rey mostrar tal emoción. Ella pudo haberse resentido con David por haber tenido que regresar con él, y dejar a Palti, su segundo esposo quien la amaba profundamente. Sea cual fuere la razón, este desdén que sintió hacia su esposo se convirtió en una difícil confrontación, y Mical acabó siendo estéril por el resto de su vida. Los sentimientos de amargura y resentimiento si no se los controla destruirán una relación. Deben ser tratados antes de que se conviertan en una guerra abierta.
Sin embargo, es más probable que David renunciase a tener relaciones con ella. Lo cierto es que tampoco antes había tenido hijos, lo cual explicaría, hasta cierto punto, su frialdad de corazón. Ella había reprochado injustamente a David, pero ella tenía un mayor y más duradero reproche. Dios honra a quienes le honran a Él; pero quienes le desprecian a Él y a sus siervos, serán menospreciados.
Dios los guarde y los proteja siempre.
Pastor Kike Escobar (WMF)
Unidad Internacional de Oración (UIO)
Restoration Church UK
www.kikeescobar.com
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