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Foto del escritorPs. Kike Escobar

Cuando nos dejamos guiar

Rut 2:20 – 23


“¡Que El Señor lo bendiga! le dijo Noemí a su nuera. Nos muestra su bondad no sólo a nosotras sino también a tu marido que murió. Ese hombre es uno de nuestros parientes más cercanos, uno de los redentores de nuestra familia. Entonces Rut dijo: Es más, Booz me dijo que volviera y me quedara con sus trabajadores hasta que termine la cosecha. ¡Excelente! exclamó Noemí. Haz lo que te dijo, hija mía. Quédate con las jóvenes hasta que termine la cosecha. En otros campos podrían molestarte, pero con él estarás segura.


De modo que Rut trabajó junto a las mujeres en los campos de Booz y recogió grano con ellas hasta el final de la cosecha de cebada. Luego siguió trabajando con ellas durante la cosecha de trigo, a comienzos del verano. Y todo ese tiempo vivió con su suegra”.


Noemí se sintió amargada, pero su fe en Dios todavía seguía viva y lo alabó por la amabilidad de Booz hacia Rut. En sus angustias, seguía confiando en Dios y reconociendo su bondad. Podemos sentirnos amargados por alguna situación, pero nunca debemos desesperarnos. Este día es una nueva oportunidad para experimentar el cuidado de Dios por nosotros.


Aunque quizás Rut no reconoció siempre la dirección de Dios, Él estaba a su lado en cada paso del camino. Fue a espigar y “precisamente ocurrió” que llegó al campo de Booz que “precisamente resultó” ser un pariente cercano. Esto fue algo más que una simple coincidencia. Mientras realizamos nuestras tareas diarias, Dios obra en nuestras vidas en formas que ni siquiera podemos notar. No debemos cerrar la puerta a lo que Dios puede hacer. Para el creyente, las cosas no ocurren por suerte ni coincidencia. Tenemos fe en que Dios dirige nuestras vidas para Su propósito.


Rut hablaba de Booz como de alguien que había sido tan amable con ella, y Noemí habla de Booz como de alguien que es pariente cercano y, por tanto, uno de los que pueden rescatar la hacienda y casarse con Rut. Por ello, exhorta a Rut a que continúe espigando en el campo de Booz y no marche a otro campo. ¿Nos ha mostrado Dios su bondad y magnificencia? Claro que sí, no permitamos ser hallados en otro campo, buscando felicidad y satisfacción cuando Dios lo que quiere es que estemos donde Él nos necesita. Rut observó fielmente las instrucciones de su suegra, pues continuó espigando, no sólo hasta el final de la siega de la cebada, sino también de la del trigo, y preparó para el invierno, como la hormiga en el verano. Rut fue obediente y se dejo guiar, escucho consejos y Dios la recompenso.


A veces el miedo, la necedad, la rebeldía y la terquedad, hacen que muchas personas terminen en el campo equivocado, realizando actividades que Dios no les ha enviado hacer. Dios no quiere sacrificios, lo que quiere es obediencia. Rut se dejó guiar y Dios la llevo hacia una gran bendición.


Continuara…….


Feliz día, Dios los guarde y los proteja siempre.


Un abrazo.

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