Ester 8:15-17
“Mardoqueo salió de la presencia del rey vistiendo ropas reales de azul y blanco, una gran corona de oro y un manto de lino fino color púrpura. La ciudad de Susa estalló en gritos de alegría. Para los judíos, aquel fue un tiempo de luz y de alegría, júbilo y honor. En cada provincia y ciudad adonde llegaban el edicto y la orden del rey, había alegría y regocijo entre los judíos, con banquetes y festejos. Y muchas personas de otros pueblos se hicieron judíos por miedo a ellos”.
La gente más arrogante es a menudo la que debe medir el valor que tiene por el poder o la influencia que cree tener sobre los demás. Amán era un líder extremadamente arrogante. Reconocía al rey como su superior, pero no aceptaba que nadie fuera su igual. Cuando un hombre, Mardoqueo, rehusó inclinarse en sumisión a él, Amán quiso destruirlo. Se llenó de odio contra Mardoqueo. Ya estaba lleno de odio racial contra todo el pueblo judío debido a la larga tradición de odio entre los judíos y los antepasados suyos, los amalecitas. La dedicación a Dios de Mardoqueo y su rechazo a honrar a cualquier ser humano, representó un reto para la religión de Amán que se centraba en él mismo. Amán vio a los judíos como una amenaza a su poder, y decidió matarlos a todos.
Dios había venido preparando la caída de Amán y la protección de su pueblo mucho antes de que Amán tuviera autoridad bajo el gobierno del rey Asuero. Ester, una judía, llegó a ser reina, y el papel de Mardoqueo al descubrir el complot de asesinato hizo que el rey estuviera en deuda con él. No solo se le impidió a Amán que matara a Mardoqueo, sino que tuvo que sufrir la humillación de honrarlo públicamente. En pocas horas, Amán murió en la misma horca que había construido para colgar a Mardoqueo. Se frustró su plan de eliminar a los judíos. En contraste con Ester, quien lo arriesgó todo por Dios y ganó, Amán arriesgó todo por un propósito perverso y perdió.
Nuestra respuesta inicial a la historia de Amán es decir que obtuvo lo que se merecía. Pero la Biblia nos lleva a hacernos preguntas más profundas: ¿Cuánto hay de Amán en mí?, ¿Deseo controlar a otros?, ¿Me siento amenazado cuando los demás no me aprecian como yo creo que debieran hacerlo?, ¿Busco venganza cuando mi orgullo es atacado? Confiese estas actitudes a Dios y pídale que las reemplace con una actitud de perdón. De otra manera, la justicia de Dios se encargará de resolver el problema.
Tras obtener el edicto en que se daba a los judíos el derecho a defenderse, Mardoqueo está satisfecho y dispuesto a salir en procesión por la capital, vestido con vestiduras regias: vestido real de azul y blanco, una gran corona de oro y un manto de lino y púrpura. Eran señales del favor del rey y frutos de la Providencia de Dios. La ciudad de Susa, la capital del imperio, en la que había bastantes ciudadanos sensatos y de buen corazón, se alegró y regocijó entonces. Los judíos, por supuesto, rebosaban de gozo. Un buen día o un día feliz, es una frase que ocurre únicamente en Ester y en 1 Samuel 25:8.
El atuendo real que estaba usando Mardoqueo era verdaderamente diferente a aquella ropa áspera y a las cenizas que llevaba hace poco. Su aparición en la ciudad indudablemente reafirmó la alegría producida por el nuevo decreto del rey. Observemos el contraste entre los dos decretos. El decreto de Amán trajo aflicción, y el decreto de Mardoquedo, alegría.
La salvación traer alegría a su vida. Usted puede asistir a actividades de diversión, probar todos los placeres imaginables y pasar un tiempo agradable o divertido. Si usted no es salvo, puede incluso llegar a participar en todos los excesos, aprovechando el placer hasta sobrepasar todos los límites. Usted habrá satisfecho sus necesidades por unos momentos, pero a la mañana siguiente, se sentirá mal y no habrá experimentado lo que la verdadera alegría realmente significa. Solo cuando usted venga a Cristo, experimentará esa verdadera alegría, que produce paz y satisfacción, como una experiencia constante e integral.
Dios nos ofrece la luz. Jesús es la luz del mundo. Él también es la alegría, y el verdadero honor, que el sistema del mundo no puede dar. Lo que realmente trae honor y dignidad a los pecadores es recibir a El Salvador, quien es Dios manifestado en un cuerpo humano, y que murió por ellos. La obra de la cruz del Calvario realizada por Jesús, levantará los pecadores del lodo, del fango, de la suciedad. Esa experiencia capacitará a un pecador para caminar por esta tierra con la cabeza alta, regocijándose. ¡Y cómo necesitamos esa alegría en los tiempos de ansiedad en que vivimos! Estimado amig@ cristian@, ¿está usted alegre, con ese gozo que surge en lo profundo de su corazón? Si usted no está lleno de esa satisfacción, venga a Cristo y Él le dará motivos para estar alegre y satisfecho.
Todo el mundo quiere ser héroe y recibir alabanza, honor y riqueza. Pero solo pocos están dispuestos a pagar el precio. Durante muchos años, Mardoqueo sirvió fielmente al gobierno, soportó el odio y la opresión de Amán, y arriesgó su vida por su pueblo. El precio que tienen que pagar los héroes de Dios es un compromiso a largo plazo. ¿Está listo o dispuesto usted a pagar el precio?
Un abrazo.
Pastor Kike Escobar (WMF)
Unidad Internacional de Oración (UIO)
Restoration Church UK
www.kikeescobar.com
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