Lucas 1:39-41
“En aquellos días, levantándose María, fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá; y entró en casa de Zacarías, y saludó a Elisabet. Y aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre”.
En las sagradas escrituras encontraremos la historia de una mujer llamada Elisabet, la cual era estéril y batallaba por tener un hijo. En esos tiempos una mujer sin hijos era despreciada. Ya en avanzada edad, Elisabet queda embarazada, lo cual la emocionó mucho por ser capaza de tener un hijo.
Al pasar los meses, Elisabet empezó a preocuparse, ya que se acercaba su parto y no sentía ningún movimiento de su hijo. Cuanto más tiempo pasaba, más se preocupaba. Entonces, un día alguien llamo a su puerta; era un huésped inesperado. Era su prima más joven, María, una adolescente. Elisabet abrió la puerta y María de le dio un gran abrazo y le dijo: “¡Elisabet! ¡Felicitaciones! He oído la estupenda noticia de que vas a tener un hijo”. “Tan pronto como Elisabet oyó el saludo de María, la criatura saltó en su vientre”. En ese momento Elisabet supo que su niño estaba vivo. ¡Sabía que la promesa se cumpliría!
Estimad@ amig@, nuestro Padre Celestial ha designado a personas para que lleguen a nuestras vidas y hagan que nuestros hijos, nuestros sueños, o promesas den un salto de vida. Son personas positivas y llenas de fe que nos ayudarán a que nuestros sueños cobren vida y nuestras promesas se cumplan.
María, desde luego, era una relación divina. Ella fue enviada por el Creador del universo para llevar esperanza, fe y visión a la vida de Elisabet. Dios ya ha preparado a tu María. Cuando conocemos a las personas correctas, ellas darán vida a tus sueños, son relaciones divinas.
María estaba embarazada de Jesús, el Hijo de Dios. Elisabet estaba embaraza de Juan el Bautista. Cuando la promesa de María se conectó con la promesa de Elisabet, hubo una explosión de fe. Cuando conocemos y nos relacionamos con las personas correctas, nuestras promesas conectaran con las promesas de ellos, entonces veremos intervenir a Dios y hacer algo sobrenatural en nuestras vidas.
Si continuamos abriendo puertas y nuestros sueños NO dan un salto de vida, estamos abriendo la puerta a las personas incorrectas. Abramos la puerta solo a quienes nos inspiran, nos alientan y nos desafían a cumplir el propósito de vida por el cual fuimos diseñados.
Al igual que Elisabet, llevamos promesas en nuestro corazón. Sabemos que Dios nos ha hablado, quizás ha pasado mucho tiempo. Puede que no hayamos sentido ningún movimiento en nuestro interior, y pensemos: ¿Escuche realmente la voz de Dios? ¿Sigue estando viva la promesa en mí? ¿Daré algún día a luz esa promesa?
En este día, Dios me ha enviado como una de tus Marías. Con respecto a ese sueño, esperanza o promesa al que estas a punto de renunciar, Dios te dice hoy: ¡Se cumplirá! La promesa está en ti; está viva y bien. Puede que no veas que sucede nada; puede que sientas que no oíste la voz de Dios, que no lo oíste correctamente, sin embargo, Dios sigue sentado en trono.
En este preciso momento, nuestro Padre Celestial está acomodando las cosas a nuestro favor. Lo que Él nos prometió, Él lo cumplirá. Si recibes estas palabras de fe, sentirás algo en tu espíritu; un empuje, un impuso. ¿Qué es? Es tu promesa cobrando vida.
Somos hijos del Dios Altísimo. Tenemos semillas de grandeza en nuestro interior. No hay error que hayamos cometido que sea demasiado grande para la misericordia de Dios. No hay obstáculo demasiado alto, no hay enfermedad demasiado grave ni sueño demasiado grande, que Dios no pueda superar. Él y yo somos mayoría.
Cuando escuchemos o leamos palabras como esta, dejemos que echen raíz y sentiremos que nuestra fe surgirá. Es nuestro bebé, nuestra promesa, que comienza a dar saltos, está viva. No pasará mucho tiempo hasta que estemos convencidos de que podemos lograr todo aquello para lo que fuimos diseñados en el plan de Dios. Si queremos llegar a ser todo esto, debemos llenar nuestro círculo íntimo de personas de visión y fe.
No es demasiado tarde. No somos demasiado viejos. No hemos cometido demasiados errores. La promesa sigue estando viva. Nos corresponde eliminar a quienes nos están reteniendo y robando la bendición y sustituirlos por quienes nos levanten, animen y nos acerquen a Dios. ¡Dios ya los ha enviado a tu puerta! Déjalos entrar. Ora conmigo en este día; “Señor, creo y declaro que al igual que Elisabet, daremos a luz toda promesa que tú has puesto en nuestros corazones y llegaremos a ser todo aquello para cuál tú nos diseñaste”. Amén.
Dios los guarde y los proteja siempre.
Un abrazo.
Pastor Kike Escobar (WMF)
Unidad Internacional de Oración (UIO)
Restoration Church UK
www.kikeescobar.com
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