Texto guía:
Isaías 66:7-14
“Aun antes de que comenzaran los dolores de parto,
Jerusalén dio a luz un hijo.
8 ¿Acaso alguien ha visto algo tan extraño como esto?
¿Quién ha oído hablar de algo así?
¿Acaso ha nacido una nación en un solo día?
¿Acaso ha surgido un país en un solo instante?
Pero para cuando le comiencen los dolores de parto a Jerusalén,
ya habrán nacido sus hijos.
9 ¿Llevaría yo a esta nación al punto de nacer
para después no dejar que naciera? Pregunta el Señor.
¡No! Nunca impediría que naciera esta nación”, dice su Dios.
10 “¡Alégrense con Jerusalén!
Gócense con ella, todos ustedes que la aman
y ustedes que se lamentan por ella.
11 Beban abundantemente de su gloria,
como bebe un pequeño hasta saciarse los pechos consoladores de su madre”.
12 Esto dice el Señor:
“Yo le daré a Jerusalén un río de paz y de prosperidad.
Las riquezas de las naciones fluirán hacia ella.
Sus hijos se alimentarán de sus pechos;
serán llevados en sus brazos y sostenidos en sus piernas.
13 Los consolaré allí, en Jerusalén,
como una madre consuela a su hijo”.
14 Cuando vean estas cosas, su corazón se alegrará.
Florecerán como la hierba.
Todos verán la mano de bendición del Señor sobre sus siervos,
y su ira contra sus enemigos”.
Introducción
Este es un hermoso poema escrito por Isaías, donde podemos observar a Dios como una madre con Sus hijos.
Estamos muy acostumbrados a la imagen de Dios como Padre, es por este motivo que las mujeres se conectan más rápido con Dios que los hombres.
Ver a Dios como Padre, es una metáfora frecuentemente utilizada tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. En los relatos de la liberación de Israel, de la opresión de Egipto, se menciona, con frecuencia, la imagen paternal del Señor: Éxodo 4,22 “Israel es mi hijo, mi primogénito”.
Deuteronomio 1:30-31, dice, “El Señor vuestro Dios, que marcha a vuestro frente, combatirá por vosotros, como visteis que lo hizo en Egipto, y en el desierto, donde has visto que el Señor tu Dios te llevaba como un hombre lleva a cuestas a su hijo, a todo lo largo del camino que habéis recorrido hasta llegar a este lugar”.
Este versículo es el perfil de un padre que está siempre al lado de su hijo, de una manera especial en los momentos difíciles, dispuesto incluso a cargarlo a cuestas cuando este está cansado y ya no puede caminar. Textos similares encontraremos a lo largo de todo el Antiguo Testamento. Y, cómo no, volverán a aparecer, con toda su fuerza, en el Nuevo Testamento. Por ejemplo en la oración del “Padrenuestro”; o cuando Jesús o las primeras comunidades cristianas se dirigen a Dios como Abbá (Padre mío, papito mío o, mejor, Papá).
Desarrollo del tema
Pero Dios también es Madre.
· Debemos pensar que no podemos concebir a Dios con nuestras categorías de género: Dios no es hombre ni mujer. Por tanto, las imágenes de Dios siempre serán analógicas, aproximaciones, formas de entenderlo de manera imperfecta.
Génesis 1:27
“Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó”.
· Respecto al título de “Madre”, no es que esta designación, “Dios – Madre”, aparezca en algún libro de la Biblia, que no es así. Pero sí vamos a encontrarnos con un lenguaje, cuando se habla de la paternidad o del amor de Dios, más próximo a los modelos femeninos y maternales que a los patriarcales de la época y de la cultura en que se escribieron los diferentes libros de las Escrituras.
· Es muy frecuente que la Biblia hebrea hable del amor de Dios con el adjetivo “entrañable” [raµûm] o con el sustantivo “amor entrañable” [raµmîm]. En ambos casos los textos están describiendo una forma de amar que hunde sus raíces en la forma de querer que una buena madre tiene hacia el hijo que lleva en sus entrañas.
Entrañable, del griego splagcnon (σπλάγχνον), literalmente dice, entrañas, que eran consideradas por los griegos como el asiento de las pasiones más violentas, y por el hebreo como el asiento de los afectos entrañables; de ahí la palabra viene a denotar “misericordia entrañable”, y se traduce como “cariño”.
De hecho ambas expresiones están relacionadas con la palabra que traducimos por útero materno (reµem), comparten la misma raíz. Dios ama con un amor entrañable, misericordioso, compasivo. Mejor aún: “Él (es) amor entrañable”.
Salmo 78:38
“Sin embargo, él tuvo compasión de ellos (misericordia – amor entrañable); les perdonó su maldad y no los destruyó. Una y otra vez contuvo su enojo, y no se dejó llevar del todo por la ira”.
Retomando Isaías 66:7-14;
“Sobre las rodillas seréis mimados”, como lo son los niños pequeños sobre las rodillas de sus madres.
Sigue, pues, la alegoría de la madre - nodriza. “Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros, y en Jerusalén tomaréis consuelo”, donde hay tres detalles dignos de notar:
A. Primero, lo que se ha dicho del niño pequeño, se extiende aquí a todo hijo que viene a su Dios - madre, cansado o herido, en busca de consuelo. Debemos ver muchas veces a Dios como madre para recibir Su consuelo.
B. Segundo, en realidad, quien de veras “da a luz” y “da de mamar” al pueblo no es Sion (Jerusalén) por sí misma (ella no es fuente, sino canal), sino Dios mismo.
C. Tercero, vemos que al israelita sincero, como a todo creyente, no le hace falta ninguna otra madre espiritual (la “Madre de la Iglesia” o “la Madre Iglesia”), pues Dios es, al mismo tiempo, Padre y Madre, al tener en Sí, infinitamente ampliados y sublimados, los sentimientos paternales y maternales.
Casos Bíblicos de una relación con Dios como una madre
· Moisés intercede al Señor, en el desierto, por el pueblo. Recuerda al Dios de Israel, en un lenguaje maternal, cómo ha cuidado a Israel hasta el momento y le ruega que siga haciéndolo:
Números 11:12
“¿Acaso he sido yo el que ha concebido a todo este pueblo, y lo ha dado a luz, para que me digas: Llévalo en tu regazo, como lleva la nodriza al niño de pecho, hasta la tierra que prometí con juramento a sus padres?”.
El patriarca se queja de Israel y de la misión que el Señor le ha encomendado. Sin embargo, nuestra intención es fijarnos en otro aspecto de sus palabras.
Moisés recuerda cómo Dios ha tratado de forma maternal a su pueblo: “lo ha concebido”; “lo ha dado a luz”; “lo ha llevado en su regazo” como una madre… No podemos obviar este lenguaje maternal aplicado a las relaciones entre Dios e Israel. ¡Dios nos ama así! Como una madre.
· La misma idea la encontramos en Salmo 131:2, donde el salmista David canta su relación filial con el Señor: “Todo lo contrario: he calmado y aquietado mis ansias. Soy como un niño recién amamantado en el regazo de su madre. ¡Mi alma es como un niño recién amamantado!”.
(TLA) “Más bien, me he calmado; me he tranquilizado como se tranquiliza un niño cuando su madre le da el pecho. ¡Estoy tranquilo como un niño después de haber tomado el pecho!”.
· Con la misma ternura que una buena madre despliega hacia sus hijitos, dándoles cobijo y calor, Jesús había hecho todo lo posible para beneficiar a los habitantes de Jerusalén.
Lucas 13: 34
“¡Oh, Jerusalén, Jerusalén, la ciudad que mata a los profetas y apedrea a los mensajeros de Dios! Cuántas veces quise juntar a tus hijos como la gallina protege a sus pollitos debajo de sus alas, pero no me dejaste”.
· Un último ejemplo, esta vez del Nuevo Testamento, ilustrará la imagen maternal de Dios. Nos referimos a la parábola del Padre amoroso.
Lucas 15:20
“Entonces el hijo regresó a la casa de su padre. Mientras el hijo todavía estaba muy lejos de casa, su padre lo vio y tuvo compasión de él. Salió corriendo a su encuentro y le dio la bienvenida con besos y abrazos”.
Encontramos en esta parábola sobre el amor misericordioso de Dios, un Dios - Padre más próximo a la forma de actuar de una madre que de un padre, según los modelos patriarcales de la época: corre hacia el hijo, le abraza, le besa efusivamente…
El Dios de Jesús es un Dios acogedor, paternal, más aún, maternal, que se alegra cuando alguien que se había perdido vuelve, que perdona, que ama generosamente, que corre, abraza y besa tiernamente, que devuelve la dignidad perdida, que quiere que todos y todas participen de su alegría.
Creemos que la imagen de Dios como “Madre” nos puede ayudar a comprender un poco más al Dios de la Biblia, un Dios que nos ama con el amor entrañable de una madre.
Efesios 6:2-3
“Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra”.
Honra significa tener en alta estima, mostrar respeto, glorificar y exaltar.
Hay una diferencia entre obedecer y honrar. Obedecer significa cumplir lo ordenado; honrar significa mostrar respeto y amor. Los hijos no están obligados a desobedecer a Dios en obediencia a sus padres. Los hijos obedecerán hasta que dejen de estar bajo el cuidado de sus padres, pero la responsabilidad de honrarlos es para siempre.
Espero este tema haya sido de bendición para tu vida.
Dios los guarde y los proteja siempre.
Un abrazo.
Pastor Kike Escobar (WMF)
Unidad Internacional de Oración (UIO)
Restoration Church UK
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