1 Crónicas 29:26-30
“David, hijo de Isaí, reinó sobre todo Israel. Durante cuarenta años reinó sobre Israel, siete años en Hebrón y treinta y tres en Jerusalén. Murió en buena vejez, habiendo disfrutado de una larga vida, riquezas y honor. Después su hijo Salomón gobernó en su lugar.
Todos los acontecimientos del reinado de David, de principio a fin, están escritos en El registro de Samuel el vidente, en El registro de Natán el profeta y en El registro de Gad el vidente. Entre estos relatos están los hechos poderosos de su reinado, así como lo que le sucedió a él, a Israel y a todos los reinos vecinos”.
Pocos hombres o mujeres de la Biblia estuvieron tan cerca de Dios como el rey David. Su contacto diario con Dios incrementó su capacidad de adoración y fortaleció su deseo de construir el templo de Dios. La vida de David nos muestra la importancia de permanecer cerca de Dios: por medio del estudio y la obediencia a Su Palabra y la comunicación diaria con Él.
El rey David dio a su hijo Salomón los principios para guiarlo a lo largo de su vida. Estas mismas ideas son las que cualquier padre cristiano quisiera presentar a sus hijos, tanto físicos como espirituales:
1. Conocer a Dios personalmente.
2. Aprender los mandamientos de Dios y descubrir lo que El quiere que usted haga.
3. Adorar a Dios con corazón perfecto.
4. Servir a Dios con un ánimo voluntario.
5. Ser fiel.
6. No desalentarse.
El rey David, murió en buena vejez, lleno de días, de riquezas y de gloria: David fue un gran rey y su grandeza es especialmente vista en su conexión con el Mesías. Uno de los grandes títulos de Jesús es, Hijo de David.
Éste es el registro que Dios nos ha dejado. Dios, estimad@ amig@, quiso que usted supiera lo que Él sintió por David. No sabemos qué piensa usted sobre la figura del rey David. Y, nos alegramos de que el Señor amara a David en esa forma y que el Señor obrara con él, como lo hizo, porque David era muy humano. Ahora, yo también me siento humano y sé que Dios obrará conmigo con tanta bondad y con tanta severidad como obró con David. El Señor es bueno. Él es maravilloso. Probablemente, nosotros no le podamos edificar un templo a Dios, pero hoy, nosotros si le podemos ofrecer el templo del Espíritu Santo, o sea, nuestros cuerpos, para que Él, reine en nosotros.
El rey David, amó verdaderamente a Dios. Después de una larga vida de aciertos, hazañas y grandes logros, cometió también sus errores, pecados y debilidades. Pero fue humilde, reconoció y confesó sus pecados, y fue perdonado por Dios, terminando su vida con honor, honrando a Dios y siendo honrado por Él. Nadie mejor que usted conoce su situación ante Dios.
Queremos terminar este estudio, que nos ha conducido hasta el final de la vida del rey David, con una de sus páginas más célebres, que ha llevado a muchísimas personas a un renovado encuentro con Dios. Le rogamos que, si usted lo ve oportuno y de acuerdo con su propia necesidad o estado, haga suyas estas palabras de David, escritas en el Salmo 51:8-17; “Hazme oír gozo y alegría, y se recrearán los huesos que has abatido. Esconde tu rostro de mis pecados, y borra todas mis maldades. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente. Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se convertirán a ti. Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación; Cantará mi lengua tu justicia. Señor, abre mis labios, y publicará mi boca tu alabanza. Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; No quieres holocausto. Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios”.
Para terminar este estudio de la vida del rey David, los dejo con las notas del teólogo Adam Clarke, algo maravilloso; “Por nacimiento, un campesino; por mérito, un príncipe; en juventud, un héroe; en su edad adulta, un monarca; y en edad, un santo. El asunto de Urías y Betsabé es su grande pero única mancha. Ahí pecó profundamente; y ningún hombre sufrió más en su cuerpo, alma y asuntos domésticos, que él en consecuencia. Su penitencia fue tan profunda y extraordinaria como su crimen; y nada podía sobrepasar a ambas más que la eterna misericordia que quitó la culpa, alivió el dolor, y restauró a este humilde transgresor en carácter, santidad y felicidad. ¡Que el Dios de David sea exaltado por siempre!”. Amén.
Dios los guarde y los proteja siempre.
Pastor Kike Escobar (WMF)
Fundación ONG
Unidad Internacional de Oración (UIO)
Restoration Church UK
www.kikeescobar.com
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