Hebreos 6:18-19
“Así que Dios ha hecho ambas cosas: la promesa y el juramento. Estas dos cosas no pueden cambiar, porque es imposible que Dios mienta. Por lo tanto, los que hemos acudido a él en busca de refugio podemos estar bien confiados aferrándonos a la esperanza que está delante de nosotros. Esta esperanza es un ancla firme y confiable para el alma; nos conduce a través de la cortina al santuario interior de Dios”.
En la antigüedad, el ancla era el símbolo de la esperanza. Así como un barco no debe depender de una sola ancla, tampoco una vida de una sola esperanza. La riqueza es un ancla floja, y la fama, más floja todavía. ¿Cuáles son las anclas que son fuertes? La esperanza, la sabiduría, un gran corazón, la valentía: estas son las anclas que ninguna tempestad puede hacer vacilar. El autor de Hebreos insiste en que el cristiano tiene la mejor ancla, la esperanza en las promesas de Dios.
La esperanza es el ancla de nuestra alma. Lo que va a mantener nuestra alma en el lugar correcto, lo que va a permitir que podamos vencer los desafíos de la vida y alcancemos nuestros sueños, es estar anclado a la esperanza. No importa lo que estemos enfrentando, lo importa lo grande del obstáculo, no importa cuánto tiempo este tomando, sabemos que Dios sigue en el trono.
Sabemos que los planes de Dios para nosotros son de prosperidad y bien, nuestro Padre Celestial es mayor que cualquier obstáculo y Su favor nos rodea. Cuando estamos anclados a Su esperanza, a Sus promesas, nada podrá movernos. Estamos bajo Su ancla.
El enemigo tratará que levemos el ancla y andemos a la deriva en un mar de dudas. Sin embargo, cuando estamos anclados a la esperanza, estamos atados a ella y no podremos ir muy lejos. Cuando estamos anclados a la esperanza, Dios hará que sucedan cosas que nosotros nunca podríamos hacer.
Romanos 4:18-21
“El creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia.
Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años, o la esterilidad de la matriz de Sara).
Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido”.
Abraham nunca dudó de que Dios cumpliría Su promesa. Su vida estuvo marcada con errores, pecados y fallas así como con sabiduría y bondad, pero siempre confió en Dios. Su vida es un ejemplo de fe en acción. Si hubiera puesto los ojos en sus recursos para sojuzgar Canaán y fundar una nación, hubiera caído en la desesperación. Pero puso sus ojos en Dios, le obedeció y esperó a que El cumpliera Su palabra. Contra esperanza: Al contrario de cualquier expectativa humana ordinaria, bajo el ancla en esperanza y espero que Dios cumpliera Sus promesas.
Fe, es estar seguros de lo que esperamos. No podemos tener fe si primero no tenemos esperanza. Debemos creer, que lo que Dios ha puesto en nuestros corazones, sucederá. Alcanzaremos nuestros sueños de la Mano de Dios y viviremos saludables y plenamente nuestras vidas. En lo profundo de nuestro ser una voz nos dice hoy; “todo va estar bien”. Dios tiene para nosotros una corona de belleza en lugar de una corona de ceniza. Esa es el ancla de la esperanza.
Feliz día, Dios los guarde y los proteja siempre.
Un abrazo.
Pastor Kike Escobar (WMF)
Unidad Internacional de Oración (UIO)
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