2 Samuel 6:1-5
“Entonces David volvió a reunir a las tropas más selectas de Israel, un total de treinta mil. Y las llevó a Baala de Judá para traer de regreso el arca de Dios, que lleva el nombre del Señor de los Ejércitos Celestiales, quien está entronizado entre los querubines. Así que pusieron el arca de Dios en una carreta nueva y la retiraron de la casa de Abinadab, que estaba en una colina. Uza y Ahío, hijos de Abinadab, guiaban la carreta 4 que cargaba el arca de Dios. Ahío caminaba delante del arca.
David y todo el pueblo de Israel celebraban ante el Señor, entonando canciones y tocando todo tipo de instrumentos musicales: liras, arpas, panderetas, castañuelas y címbalos”.
El arca del pacto era el tesoro nacional de Israel. Este objeto sumamente sagrado en la tierra se guardaba por lo general en el tabernáculo. Cuando el arca fue regresada a Israel después de un breve cautiverio en filistea, fue guardada en la casa de Abinadab durante veinte años. El rey David vio cuánto fue bendecido Abinadab, y quiso traer el arca a Jerusalén para que la nación entera fuera bendecida.
Esta era el arca de la alianza, la cual Dios ordenó a Moisés que construyera más de 400 años antes del tiempo de David. Era una caja de madera (la palabra arca significa “caja” o “cofre”) cubierta completamente de oro y con una tapa o parte superior adornada de oro conocida como el propiciatorio. El arca de Dios tenía 3 pies 9 pulgadas (1.15 metros) de largo, 2 pies 3 pulgadas (.68 metros) de ancho y 2 pies 3 pulgadas (.68 metros) de alto. Dentro de ella se encontraban las tablas de la ley que Moisés bajó del Monte Sinaí, un frasco con Maná y la vara de Aarón que reverdeció milagrosamente como confirmación de su liderazgo.
El arca de Dios representaba la presencia inmediata y la gloria de Dios en Su pueblo. El David consideraba de alta prioridad sacar al arca de la obscuridad para llevarla de regreso a la prominencia. David tenía un gran motivo, hacer hincapié en la presencia y la gloria de Dios en Su pueblo.
Lo que en antaño había significado tanto para Israel, era una cosa que los israelitas habían descuidado por muchos años. La visibilidad en sí no es una muestra de la verdadera Iglesia. Dios se hace presente, con su gran amor, en medio de sus hijos y dentro de sus almas, incluso cuando faltan las señales exteriores de su presencia. Pero ahora que David está afianzado en su trono, comienza a revivir el honor del Arca, la presencia de Dios en medio de Su pueblo.
Pusieron el arca de Dios sobre una carreta nueva: Transportar el arca en una carreta iba en contra de un mandamiento específico de Dios. El arca estaba diseñada para ser cargada (Éxodo 25:12-15) y solo podía ser cargada por levitas de la familia de Coat (Números 4:15). Dios quería que el arca fuera cargada porque no quería nada mecánico sobre el arca, representando Su presencia. El arca era nada menos que la carga del Señor. Y la carga del Señor debía ser cargada sobre el corazón de los levitas, los sacerdotes.
Podemos imaginar lo que estos hombres pensaron. “Miren, tenemos una carreta nueva para el arca de Dios. Dios estará satisfecho con nuestro elegante carro o carreta nueva”. Creyeron que una nueva tecnología o lujo podría cubrir su ignorante desobediencia.
Anhelamos mucho la presencia de Dios ¿no es así? Pero queremos subir su presencia a algunos de nuestros carros nuevos. Queremos agregarlo a nuestra lista de organizaciones, subirlo a la cima de la mecánica de nuestra ocupada vida y luego conducir. ¿Cuánto de nuestro servicio es en realidad en la energía de la carne? Me pregunto. Con mucha frecuencia ponemos nuestras manos, pero no ponemos nuestros corazones. John Wesley enseñaba, “No son cosas nuevas lo que necesitamos, sino un fuego nuevo”.
Los filisteos transportaron el arca en una carreta (1 de Samuel 6:10-11). A ellos les resultó bien porque eran filisteos, pero Dios esperaba más de Su pueblo. Debemos tomar Su ejemplo de la Palabra de Dios, no de las innovaciones del mundo.
Así como el culto privado es tanto mejor cuanto más privado es, así también el culto público es tanto mejor cuanto más público es; ciertamente tenemos motivos para regocijarnos cuando se retiran los impedimentos para el libre ejercicio de la religión, y el Arca de Dios, Su presencia, halla alegre acogida en el pueblo de Dios, donde no solo disfruta de la protección, sino también del estímulo, de los poderes de los gobiernos.
Dios los guarde y los proteja siempre.
Pastor Kike Escobar (WMF)
Unidad Internacional de Oración (UIO)
Restoration Church UK
www.kikeescobar.com
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