1 Samuel 30:16-20
“El egipcio los guio hasta los amalecitas, los cuales estaban dispersos por todo el campo, comiendo, bebiendo y festejando el gran botín que habían conseguido en el territorio filisteo y en el de Judá.
David los atacó al amanecer y los combatió hasta la tarde del día siguiente. Los únicos que lograron escapar fueron cuatrocientos muchachos que huyeron en sus camellos.
David pudo recobrar todo lo que los amalecitas habían robado, y también rescató a sus dos esposas. Nada les faltó del botín, ni grande ni pequeño, ni hijos ni hijas, ni ninguna otra cosa de lo que les habían quitado.
David también se apoderó de todas las ovejas y del ganado. La gente lo llevaba todo al frente y pregonaba: ¡Este es el botín de David!”.
Enterado por el egipcio del lugar donde estaban los amalecitas, los cuales celebraban su triunfo sin sospechar ningún peligro, David y sus hombres cayeron sobre ellos y, como él solía orar, vio su deseo sobre sus enemigos. Los bandidos fueron derrotados allí casi todos. Alegres con el botín que habían acaparado, sus enemigos estaban comiendo, bebiendo y haciendo fiesta. En esta forma los sorprendió David, resultándole así más fácil abatirles. Sólo 400 hombres, lo suficientemente jóvenes y listos para darse prisa, montaron en los camellos y huyeron.
Fue recuperado el botín y no se perdió nada; por el contrario, todavía ganaron con el botín que les tomaron a los incursores, se hace especial mención de las dos mujeres de David, pues esto era lo que él estimaba más que ninguna otra cosa, y del nuevo botín que tomaron a los amalecitas. Los que recientemente querían apedrear a David, ahora iban proclamando: Este es el botín de David, porque habían ganado con él más de lo que antes habían perdido. De esta manera es como el mundo y los sentimientos de los mundanos son gobernados por el interés material.
Todo lo que el enemigo le había arrebatado, David lo recuperó. Dios le dio una victoria completa, porque David se fortaleció en el Señor su Dios, David consultó al Señor, David hizo lo que Dios le dijo que hiciera, y David mostró interés y bondad inesperada para con otros, el corazón de David era maravilloso.
La promesa de Dios probó ser verdadera. Cuando David consultó al Señor, Dios le prometió ciertamente los alcanzarás, y de cierto librarás a los cautivos. La promesa se cumplió a la perfección, pero no fue como que David se sentó pasivamente y dijo, “Está bien Dios, ahora puedes hacerlo”. El Señor cumplió su promesa, pero usó las acciones de David para cumplir las promesas. La promesa de Dios no excluía la cooperación de David, la promesa lo invitaba a cooperar. “Herman@, usted tendrá que esforzarse y trabajar para liberarse de las deudas y los problemas, y así el Señor escuchará sus oraciones. La regla es confiar en Dios para destruir a los Amalecitas, y después marchar tras ellos, como si todo dependiera de usted.
Este es el botín de David, gritaban sus hombres. Dios le dio a David aún más de lo que prometió. Él recibió el botín de la batalla, mucho más de lo que fue tomado de Siclag. Esta fue una bendición directa de la gracia de Dios.
Deberíamos ir a Jesucristo, y por voluntad propia ofrecerle todo lo que tenemos. Entreguémosle nuestras vidas a él y digámosle, “Este es el botín de Jesucristo”. Entreguémosle nuestros dones y habilidades y digámosle, “Este es el botín de Jesucristo”. Entreguémosle nuestras posesiones y digámosle, “Este es el botín de Jesucristo”. Entreguémosle nuestra alabanza y digámosle, “Este es el botín de Jesucristo”. Entreguémosle nuestro tiempo y digámosle, “Este es el botín de Jesucristo”.
Algunos se preguntan por qué a David se le permitió quedarse con el botín de los Amalecitas cuando a Saúl se le ordenó explícitamente que no se quedará con nada del botín de la nación y fue juzgado por Dios por no obedecer esa orden. Las respuestas son simples: Primero, David no tenía ninguna orden específica de Dios de destruir todo el botín de los Amalecitas, a diferencia de Saúl. Segundo, David recuperó lo que los Amalecitas tomaron de otros, aunque recuperó mucho más de lo que fue tomado de su ciudad. Tercero, David no estaba actuando como rey de Israel representando a la nación del Señor, a diferencia de Saúl. En pocas palabras, en este caso las reglas fueron diferentes para David.
Cuando vamos a la batalla de parte de Dios, debemos tener la seguridad de nuestra victoria, y nuestro amado Padre Celestial nos recompensará más de lo que nosotros nos podemos imaginar. Nunca lo olvides, los guerreros, siempre tendremos una mayor parte del botín. Este año será un tiempo de conquista, un tiempo de disfrutar del botín que nuestro amado Dios ha preparado para nosotros.
Dios los guarde y los proteja siempre.
Pastor Kike Escobar (WMF)
Unidad Internacional de Oración (UIO)
Restoration Church UK
www.kikeescobar.com
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