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Foto del escritorPs. Kike Escobar

El espíritu de desánimo

Salmo 38:8-13


“Me siento débil, completamente deshecho; mi corazón gime angustiado.

Ante ti, Señor, están todos mis deseos; no te son un secreto mis anhelos.

Late mi corazón con violencia, las fuerzas me abandonan, hasta la luz de mis ojos se apaga.

Mis amigos y vecinos se apartan de mis llagas; mis parientes se mantienen a distancia.

Tienden sus trampas los que quieren matarme; maquinan mi ruina los que buscan mi mal y todo el día urden engaños.

Pero yo me hago el sordo, y no los escucho; me hago el mudo, y no les respondo”.


Mientras leemos este Salmo 38, nos imaginamos a David cayendo en la desesperación. Tal vez lo que más le preocupaba era que no podía entender por qué repentinamente fue echado tan bajo. Este hombre tenía hambre del Señor, derramaba su corazón diariamente en oración. Reverenciaba a Dios y escribía Salmos exaltando Su gloria. Pero ahora, en un estado depresivo, lo único que podía hacer era clamar: “Señor, estoy al final de mi camino y ¡no tengo ni idea de por qué está sucediendo esto!”.


Al igual que muchos cristianos desanimados, David trató de averiguar por qué se sentía tan vacío y quebrantado en espíritu. Probablemente revivió cada fracaso, pecado y acto necio en su vida y pensó: “Oh, Señor, ¿acaso todos los actos imprudentes que hice en mi vida, me dejaron tan herido que ya no tengo esperanza?”.


Finalmente, David llegó a la conclusión de que Dios lo estaba castigando. Clamó: "Señor, no me reprendas en tu furor, ni me castigues en tu ira” Salmo 38:1.


Permíteme señalar que David no estaba escribiendo solo acerca de su propia condición en este Salmo. Él estaba describiendo algo que todos los amantes devotos de Jesús enfrentan en algún momento de sus vidas: Estar bajo el ataque de un espíritu devastador de desánimo, que proviene directamente de las entrañas del infierno. Ningún cristiano lo trae a sí mismo, tampoco el Señor lo envía; y tal ataque, por lo general, no tiene nada que ver con algún pecado o defecto específico del creyente.


Simplemente, el espíritu de desánimo es una de las armas más potente de Satanás contra los escogidos de Dios. Muy a menudo, él la utiliza para tratar de convencernos de que hemos atraído la ira de Dios sobre nosotros mismos por no cumplir con Sus santas normas. Pero el apóstol Pablo nos exhorta a no caer en la trampa del diablo: “Para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones” 2 Corintios 2:11.


El espíritu de desánimo siempre va a intentar robarte tus sueños y mantenerte en el estado depresivo que te encuentres. Déjame decirte algo este día, vale la pena luchar cada promesa que Dios ha puesto en nuestros corazones. No podemos conformarnos, puede que hayamos sufrido algún revés, sin embargo, debemos seguir adelante, cada revés es una preparación para un retorno triunfante.


Puede que nos hayan derribado, pero no hemos sido noqueados. Tenemos que levantarnos, sacudirnos el polvo y seguir adelante. Nuestro Padre Celestial nos tiene en la palma de Su Mano. Él nos dice hoy; “Si permaneces en fe y confías en mí, no solo te sacaré, sino que saldrás mejor de lo que estabas antes”.


Demos gracias a Dios por todo lo que Él ha hecho en nuestras vidas en el pasado. Adoptemos una actitud de fe y confianza, y pasaremos de ser víctimas a ser vencedores. Recordemos las cosas buenas que nuestro Padre Celestial ha hecho en nosotros y llenémonos nuestros corazones de fe.


Hemos visto a Dios sacarnos del foso antes y también lo hará ahora. Hemos visto a Dios poner nuestros pies sobre la roca y también lo puede hacer ahora. Hemos visto a Dios colocar un cántico nuevo en nuestros labios y también lo puede volver hacer nuevamente. Y si Él lo hizo en el pasado, lo puede volver hacer en el presente. Esta debe de ser nuestra actitud y captaremos la atención de Dios y venceremos el espíritu de desánimo. Amén.


Dios los guarde y los proteja siempre.


Un abrazo.


Pastor Kike Escobar (WMF)

Unidad Internacional de Oración (UIO)

Restoration Church UK







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