Rut 4:18-22
“Este es el registro genealógico de su antepasado Fares: Fares fue el padre de Hezrón. Hezrón fue el padre de Ram. Ram fue el padre de Aminadab. Aminadab fue el padre de Naasón. Naasón fue el padre de Salmón. Salmón fue el padre de Booz. Booz fue el padre de Obed. Obed fue el padre de Isaí. Isaí fue el padre de David”.
El nombre Obed significa “el siervo” o “el adorador”. Aunque no tenía ninguna consanguinidad con Noemí, legalmente era su nieto. Fue un siervo a Noemí, estando ella en su vejez, tomó el lugar que fue dejado vacío por la muerte de su esposo y sus dos hijos. Ahora, su propiedad sería de Obed, el siervo. Y éste, que era descendiente de una moabita, fue un adorador del Dios verdadero, así como lo fue su madre. Y aquel pequeñito llegó a ser el abuelo del rey David. ¿Ve usted? Rut, la moabita extranjera, fue la bisabuela de David, y así ella formó parte del linaje que condujo al Señor Jesucristo.
Todo esto dio pie a la inclusión de la gran genealogía (conjunto de los antepasados de una persona) que se halla al fin del libro. El libro de Rut y esta genealogía son lo que conecta a la familia del rey David con la tribu de Judá de donde provenía nuestro Señor Jesucristo. Existía la dificultad de incluir una genealogía “completa” desde Salmón a David en libro de Rut, para la época de los Jueces, había un espacio de 340 años, lo cual haría muy extenso el listado de nombres. Sin este libro, no tendríamos un registro histórico de esa conexión. Esta genealogía fue transferida en su totalidad al principio del Nuevo Testamento en el evangelio de Mateo 1:1-17. Presentamos estos acontecimientos de esta humilde historia como un vínculo del gran plan y propósito de Dios con Nohemí, Rut y Booz. Nada es casualidad en el plan de Dios, todo tiene un propósito.
La historia de Rut es una ilustración del pariente-redentor. Miremos por unos momentos en qué medida aquel pariente redentor fue una figura del Señor Jesucristo. ¿En qué sentido el Señor Jesucristo cumplió esas expectativas?
En primer lugar, aquel redentor tenía que ser un pariente cercano. En segundo lugar, tenía que estar dispuesto a redimir. En tercer lugar, tenía que poder redimir. En cuarto lugar, el pariente redentor tenía que ser libre él mismo. Y en quinto y último lugar, tenía que disponer del precio de la redención. Tenía que responder legalmente de lo que se requería. Booz fue capaz de cumplir con estas condiciones, como redentor de Rut. Y el Señor Jesucristo, como nuestro pariente - Redentor, y el Redentor del mundo, cumplió también con estos requisitos.
Analicemos esto detenidamente:
· En primer lugar, el Señor Jesucristo es nuestro pariente cercano. Nunca tuvo el nombre de Jesús sino hasta cuando nació en la tierra. Nunca podría haber salvado a Su pueblo de sus pecados, antes de haber venido a la tierra. Dijo el escritor a los Hebreos 2:14 - 15: “Así como los hijos de una familia son de una misma carne y sangre, así también Jesús fue de carne y sangre humanas para derrotar con su muerte al que tenía el poder de matar, es decir, al diablo. De esta manera ha dado libertad a todos los que por miedo a la muerte viven como esclavos durante toda la vida”.
Y el versículo 16 del mismo capítulo de Hebreos sigue diciendo que Cristo socorrió a la descendencia de Abraham. Y el apóstol Pablo escribiendo a los Gálatas 4:4- 5 dijo: “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos”. Jesucristo pues, es nuestro pariente-redentor. Cristo sabe todo en cuanto a nosotros hoy en día, porque fue hecho un ser humano, y esto por amor a nosotros.
· En segundo lugar, un pariente - redentor tiene que estar dispuesto a redimir. Sin duda alguna, Booz estaba dispuesto a redimir a Rut. Usted y yo estimado amig@, tenemos un pariente - redentor que por amor actuó y mostró su disposición a redimirnos. Dijo el mismo escritor a los Hebreos 12: 2: “Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios”.
· En tercer lugar, el pariente - redentor también tiene que ser poderoso para poder redimir, tenía que ser capaz de redimir. Tenemos la idea de que quizá Noemí tuviera algunos parientes pobres. Nos imaginamos que cuando Noemí regresó a Belén, le fueron a visitar. Todo lo que les fue posible hacer fue simpatizar con ella, pues, no les era posible ayudarla, ya que apenas podían ayudarse a sí mismos. Booz sí podía redimirla. Usted y yo estimado amig@, necesitamos tener un pariente - redentor que sea poderoso para redimir.
· En cuarto lugar, él también tenía que estar libre del pecado para poder redimirnos. Cuando el Señor Jesucristo vino a la tierra, Él pudo decir en el evangelio según San Juan 14:30: “porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí”. Jesucristo no estuvo contaminado del pecado. Nació santo, inocente, sin mancha, ni pecado.
· En quinto y último lugar, el redentor tenía que pagar el precio de la redención. Él mismo fue aquel sacrificio cuando le pusieron en aquella cruz y fue hecho pecado por nosotros. Él, que no conoció pecado, sólo a Él le fue posible pagar aquel precio terrible. Ningún otro podía hacerlo. El escritor a los Hebreos dijo en 7:25: “Por eso puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos”.
Así como el patriarca Job, nosotros también podemos afirmar con él y decir, “Yo sé que mi redentor vive y que él será mi abogado aquí en la tierra”. Él ya estuvo aquí en la tierra y hoy está en el cielo, a la derecha de Dios. Porque un día murió en la cruz para redimirnos de la esclavitud del pecado. Y la Biblia nos dice, en Filipenses 2:9-11, que “Dios le exaltó al más alto honor y le dio el más excelente de todos los nombres, para que al nombre de Jesús todos caigan de rodillas ante Él y reconozcan que Jesucristo es el Señor”.
Usted amigo lector, no le es posible redimirme a mí. Ni tampoco yo puedo redimirle a usted. Ni siquiera podemos redimirnos a nosotros mismos. Todos somos pecadores. Tratar de salvarse a uno mismo es como el tirar una cuerda salvavidas desde la cubierta superior a la cubierta inferior, cuando un barco se está yendo a fondo. Fue necesario que Uno descendiera del cielo para redimirnos. Jesús le dijo a Natanael en el evangelio según San Juan, capítulo 1:51: “De aquí adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre”. Cristo es esa escalera al cielo. Jesús es el Único que puede servir como nuestro pariente - redentor.
El nacimiento de Obed a Rut y a Booz en Belén, representó el nacimiento de Otro redentor, y las noticias de Su venida, resonarían hasta los fines de la tierra, y producirían efectos tremendos y eternos sobre este mundo.
El libro de Rut proviniendo del tiempo de los Jueces, fue como una bella flor en un terreno lleno de malezas. La fragancia de esta historia ha sido llevada por el aire a los rincones más remotos de la tierra, y revela el hecho de que la redención es una historia de amor. Fue el amor de nuestro pariente - redentor, al vernos sumergidos en la esclavitud del pecado, lo que le impulsó a pagar con Su preciosa sangre el precio de nuestra liberación, y nos ha traído a Su hogar y a Su corazón porque nos amó con amor eterno.
Rut había recorrido todo el camino desde la tierra de Moab, hasta llegar al corazón y hogar de Booz. De la misma manera, nosotros que espiritualmente hablando éramos extranjeros, alejados de Dios y sin ninguna esperanza en este mundo, fuimos hechos cercanos por medio de la sangre de Cristo derramada en la cruz del Calvario. Y hoy estamos en la familia de Dios; y en Su corazón. Y algún día nos encontraremos con Él en Su hogar celestial. Aleluya.
Estimado amig@, no quiero despedirme hoy sin recordarle que Jesucristo puede ser hoy Su Salvador, Su Redentor, ábrale la puerta de su corazón, Él quiere entrar y habitar en usted, Jesucristo quiere que seamos parientes.
Esta historia de amor no tendrá sentido si su corazón sigue igual después de leerla.
Fin.
Feliz día, Dios los guarde y los proteja siempre.
Un abrazo.
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