Proverbios 15:4
“Las palabras suaves son un árbol de vida; la lengua engañosa destruye el espíritu”.
El mejor medio de mantener la paz es el uso de palabras suaves. Si el furor se levanta como una tormenta amenazante, la respuesta blanda dispersa las nubes y hace salir el sol. Las razones que no van en compañía de la mansedumbre no llegan a convencer. No hay nada que tanto atice el fuego de la discordia como las palabras ásperas, hirientes, en las que abunda el insulto y la recriminación.
La lengua apacible es árbol de vida. Este versículo nos habla de cómo se debe dar instrucción sana, curativa, y edificante. Una vez más se menciona el árbol de vida, cuyas hojas sirven para la sanidad de las naciones (Apocalipsis 22:2). En efecto, una buena lengua puede curar las almas enfermas, convencerlas de pecado y presentarles la salvación que hay en Cristo; y puede también reconciliar a quienes han estado enemistados. En cambio, la lengua malvada, en lugar de sanar, hiere, hace daño a los demás y a su propio dueño.
Es sorprendente lo que unas cuantas palabras amables pueden hacer. Las palabras tienen poder sanador. Nuestra tarea es poner aceite sanador sobre las heridas. Nuestra tarea es levantar a los caídos, ser un amigo para los solitarios, alentar a los desalentados. Cuando adoptamos este enfoque misericordioso, comienza el proceso de sanidad.
1 Pedro 3:15-16
“Si no santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros; teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo”.
Algunos creyentes consideran que la fe es un asunto personal que debe reservarse para uno mismo. Es verdad que no debemos ser exuberantes ni ofensivos al anunciar nuestra fe, pero debemos siempre estar listos para dar razón, amable y respetuosa, cuando se nos pregunta acerca de nuestra fe, nuestro estilo de vida o nuestra perspectiva cristiana. ¿Otros pueden ver su esperanza en Cristo? ¿Está preparado para decirles a otros lo que Cristo ha hecho en su vida?
El talante agresivo y las palabras airadas no son propias del creyente sincero, sino del fanático, quien, suple con el grito lo que le falta de razón; debemos tratar con respeto al otro, es decir, sin la arrogancia ni la autosuficiencia de quien se cree saberlo todo y no está dispuesto a escuchar las razones de nadie. El cristiano, en esto como en todo, ha de saber escuchar, lo cual se hace cada vez más difícil en esta época, cuando casi todos se escuchan exclusivamente a sí mismos sin atender a lo que dicen los demás.
Isaías 42:3
“No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humearé; por medio de la verdad traerá justicia”.
Estos versículos se citaron en Mateo 12:18-21 en referencia a Cristo. El siervo escogido revela un carácter de mansedumbre, aliento, justicia y verdad. Cuando se sienta herido y quebrantado, o consumido en su vida espiritual, Dios no lo aplastará ni lo echará a un lado como algo inútil, sino que con amor lo levantará. La humanidad actual necesita con desesperación los atributos amorosos de Dios. Podemos mostrar dicha sensibilidad mediante Su Espíritu a la gente que nos rodea, reflejando la bondad, la mansedumbre y la sinceridad de Dios hacia ellos. Amén.
Dios los guarde y los proteja siempre.
Un abrazo.
Pastor Kike Escobar (WMF)
Unidad Internacional de Oración (UIO)
Restoration Church UK
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