Lucas 15:17-24
“Cuando finalmente entró en razón, se dijo a sí mismo: “En casa, hasta los jornaleros tienen comida de sobra, ¡y aquí estoy yo, muriéndome de hambre! Volveré a la casa de mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de que me llamen tu hijo. Te ruego que me contrates como jornalero”.
Entonces regresó a la casa de su padre, y cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio llegar. Lleno de amor y de compasión, corrió hacia su hijo, lo abrazó y lo besó. Su hijo le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de que me llamen tu hijo”.
Sin embargo, su padre dijo a los sirvientes: “Rápido, traigan la mejor túnica que haya en la casa y vístanlo. Consigan un anillo para su dedo y sandalias para sus pies. Maten el ternero que hemos engordado. Tenemos que celebrar con un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ahora ha vuelto a la vida; estaba perdido y ahora ha sido encontrado”. Entonces comenzó la fiesta”.
Así es como el hijo pródigo decidió volver a casa y pedir que se le recibiera, no como hijo, sino como uno de los que estaban en el nivel más bajo: los contratados para trabajar por días. Los esclavos corrientes eran en cierto modo miembros de la familia; pero los jornaleros se podían despedir de un día para otro; no eran parte de la familia. El hijo volvió a casa; y, según el mejor texto original, su padre no le dejó decir lo que se había preparado, que le dejara quedarse como jornalero. Le cortó antes. La ropa representa el honor; el anillo, la autoridad, porque el que una persona le diera a otra el anillo era como darle poder notarial; los zapatos distinguían, a los hijos, de los esclavos, que no los tenían. Y empezó la fiesta para que todos pudieran celebrar la vuelta del ausente.
Parémonos aquí para contemplar la verdad de esta parábola:
No es justo que se la conozca como “la parábola del Hijo Pródigo”, porque el hijo no es el héroe de la historia. Debería llamarse “la parábola del Padre Amoroso”, porque nos habla más del amor del Padre que del pecado del hijo.
Nos habla mucho del regalo del perdón de Dios. El padre tiene que haber estado esperando y observando el camino, porque vio al hijo cuando aún estaba a una distancia considerable y corrió en pos de él. Y cuando llegó, le perdonó sin reclamarle nada. Hay un perdón que se otorga por hacer un favor; o aún peor: cuando se sigue recordando el pecado con insinuaciones o alusiones o amenazas. El Padre Amoroso lo trató como si nunca hubieran estado separados. Es maravilloso que el amor de Dios nos trate así.
Es muy difícil para la mayoría de las personas, aceptar el hecho de que Dios nos perdone con tanta facilidad. Cuando cometemos pecados, pensamos que tenemos que pagar por ellos; por lo tanto nos desalentamos y nos sentimos mal con nosotros mismos. Claro que debemos sentirnos mal cuando hacemos algo equivocado. Debemos lamentarlo genuinamente, sin embargo, no tenemos que pasar todo el tiempo revolcándonos en la culpabilidad y la condenación.
Debemos aprender a aceptar el regalo del perdón de Dios. No podemos continuar viviendo derrotados y desalentados, suplicando una y otra vez el perdón de Dios. No podemos convertirnos en mendigos espirituales. Somos creyentes. Creamos que nuestro amado Dios ya nos perdonó desde la primera vez que se lo pedimos.
El hijo pródigo hizo una declaración que todos debemos hacer; “Me levantaré e iré a mi Padre”. Quizás hoy no estemos donde quisiéramos estar en la vida. Quizás hayamos tomado algunas malas decisiones. Si queremos ser restaurados, debemos tomar una decisión determinante en nuestras vidas. Repite conmigo en voz alta: “He cometido errores, he pecado. Es culpa mía. Sin embargo, conozco el secreto del regalo del perdón; me levantaré y volveré a mi Padre Celestial”.
Oremos en este día: “Padre Celestial, entiendo mi posición en ti. Sé quién soy; un hijo del Altísimo. Puede que no sienta que lo merezco, puede que no me sienta digno, pero sé que debido a la obra de Jesucristo en la cruz del Calvario, Él me hizo digno, Él tomó mi culpabilidad para que yo pudiera ser libre. Por lo tanto, me levantaré e iré a mi Padre amado”. Amén.
Dios los guarde y los proteja siempre.
Un abrazo.
Pastor Kike Escobar (WMF)
Unidad Internacional de Oración (UIO)
Restoration Church UK
www.kikeescobar.com
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