Marcos 3:1-5
“Jesús entró de nuevo en la sinagoga y vio a un hombre que tenía una mano deforme. Como era el día de descanso, los enemigos de Jesús lo vigilaban de cerca. Si sanaba la mano del hombre, tenían pensado acusarlo por trabajar en el día de descanso.
Jesús le dijo al hombre con la mano deforme: Ven y ponte de pie frente a todos. Luego se dirigió a sus acusadores y les preguntó: ¿Permite la ley hacer buenas acciones en el día de descanso o es un día para hacer el mal? ¿Es un día para salvar la vida o para destruirla? Pero ellos no quisieron contestarle.
Jesús miró con enojo a los que lo rodeaban, profundamente entristecido por la dureza de su corazón. Entonces le dijo al hombre: Extiende la mano. Así que el hombre la extendió, ¡y la mano quedó restaurada! Los fariseos salieron enseguida y se reunieron con los partidarios de Herodes para tramar cómo matar a Jesús”.
Los líderes judíos se declararon en contra de Jesús. Están celosos de su popularidad, sus milagros y su autoridad al hablar. Valoraban tanto su posición en la comunidad y sus oportunidades de ganancia personal que perdieron de vista la meta de todo líder religioso: conducir la gente a Dios. Si alguien debía haber reconocido al Mesías, eran ellos, pero no quisieron hacerlo porque no estaban dispuestos a perder sus apreciadas posiciones ni su poder. Cuando Jesús puso al descubierto sus verdaderas actitudes, automáticamente se transformaron en enemigos del Mesías y empezaron a buscar la forma de que la gente también se volviera en contra suya para detener su creciente popularidad.
Jesús se enojó al ver la actitud despiadada de los fariseos. Enojarse, en sí mismo, no es malo. Depende de lo que nos hace enojar y lo que hacemos con el enojo. Con mucha frecuencia expresamos nuestro enojo de manera egoísta y perjudicial. Jesús en cambio expresó su enojo corrigiendo un problema: sanó la mano al hombre. Aplique su enojo a buscar soluciones constructivas más que a agravar el problema provocando pena en la gente.
Cuando la gente nos menosprecie, se están menospreciando a ellos mismos. Las personas de mente estrecha como la de los fariseos (los hipócritas), no celebrarán tus éxitos o logros, estarán celosas, murmurarán de ti, para hacer que te veas mal. Sin embargo, ellos no irán a donde Dios te está llevando. Fuimos llamados a ser águilas, a planear, a realizar grandes cosas. No caigamos en los ataques de los cuervos y los halcones. No permitamos que nos lleven a sus batallas.
Cuando los cuervos molestan a las águilas, estas no se incomodan, simplemente se elevan más alto donde los cuervos no pueden volar y al final los cuervos se quedan atrás. Debemos hacer lo mismo cuando alguien nos menosprecie, nos rechace, nos critique, nos quiera hacer daño. Planeemos más alto, dejemos atrás esas personas. Dios tiene mejores planes para nosotros.
Para los fariseos religión era ritualismo. Consistía en obedecer ciertas reglas y normas. Jesús quebrantaba aquellas reglas, y ellos estaban genuinamente convencidos de que era una mala persona. Eran como el que cree que, la religión consiste en ir a la iglesia, leer la Biblia o rezar, dar gracias a Dios antes de las comidas, hacer el culto familiar o rezar el rosario, y llevar a cabo todos los actos externos que se consideran religiosos, y que sin embargo nunca está dispuesto a hacer nada por nadie, que no siente nunca compasión ni tiene ningún deseo de sacrificarse por nadie; que tiene bastante con su religiosidad, y que es sordo a la llamada de la necesidad “ciego a las lágrimas del mundo”.
2 Timoteo 3:5
“Aparentarán ser piadosos, pero su conducta desmentirá el poder de la piedad. ¡Apártate de esa gente!”.
La “apariencia de piedad” incluye ir a la iglesia, conocer la doctrina cristiana, usar imágenes cristianas y seguir las tradiciones cristianas de la comunidad. Dichas prácticas pueden hacer aparecer bien a una persona, pero si no hay actitudes internas de creer, amar y adorar, la apariencia externa no tendrá sentido. Pablo nos previene para que no seamos engañados por personas que solo tienen la apariencia de cristianos, tienen máscaras son fariseos hipócritas. Al principio, puede ser difícil distinguirlos de los verdaderos cristianos, pero sus conductas diarias los denunciarán.
Para Jesús religión era servicio. Era amar a Dios y a las personas. El ritual era irrelevante comparado con el amor en acción. Para Jesús la cosa más importante del mundo no era llevar a cabo correctamente un ritual, sino la respuesta espontánea al clamor de la necesidad humana.
Pastor Kike Escobar (WMF)
Unidad Internacional de Oración (UIO)
Restoration Church UK
www.kikeescobar.com
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