Números 21:4-5
“Después partieron del monte de Hor, camino del Mar Rojo, para rodear la tierra de Edom; y se desanimó el pueblo por el camino. Y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto? Pues no hay pan ni agua, y nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano”.
El pueblo se desanimó y comenzó a quejarse. Sus espíritus dejaron de ser fieles a Dios, desobedecieron la ley de Dios y olvidaron los milagros que Dios les hacía constantemente. Nuestras quejas a menudo tienen sus raíces en algunas de estas acciones y actitudes necias. Si podemos erradicar la fuente de nuestra queja, no se anidará ni crecerá en nuestra vida el desánimo.
Existieron dos motivos por los cuales el pueblo se quejó; lo largo del camino y el maná, el pan liviano que llovía todas las mañanas de la nube que los acompañaba. El pueblo estaba insatisfecho y esto originó la rebeldía. Estimad@ amig@, Nuestro Padre Celestial nos es de caminos cortos, tenemos un Dios de procesos, además el corazón del pueblo estaba tan leudado, contaminado, que menospreciaron el pan espiritual. No todos estamos preparados para comer maná, pan espiritual.
Así hablaba el pueblo cuando tenían suficiente pan para comer y guardar, ya que, aunque estaban alimentándose del pan de los ángeles, sentían fastidio de él, y le llamaban despectivamente liviano, es decir bueno para los niños pero no para hombres maduros y soldados. ¿Qué podrá satisfacer a quienes no se sienten satisfechos con el maná, el pan espiritual?
No podemos imitar a los que desprecian o, al menos, descuidan la Palabra de Dios, que es pan de vida, pan sustancioso, apto para nutrir suficientemente a todos cuantos por fe se alimentan de él. Como es alimento espiritual, a él se aplican las sabias frases de un antiguo escritor que decía: “Las cosas materiales difieren de las espirituales en que las materiales hartan y hastían en la medida en que satisfacen, y así quitan el apetito cuando nos llenan, en cambio, las espirituales satisfacen en la medida en que nos van llenando, excitando más y más nuestro apetito, para seguir nutriéndonos de ellas, siempre satisfechos, pero nunca hartos”.
A pesar de que el pueblo estaba siendo guiado por Dios, se desanimaron fácilmente y se fueron agotando. Perdieron la pasión por la vida y decidieron volver atrás, grabe error. ¿Qué sucedió? No pasaron la prueba del desánimo, a pesar de los triunfos y las victorias que habían obtenido en el pasado, tarde o temprano habrá una oportunidad de renunciar a tu felicidad y desanimarte. Cuando se pierde la pasión por algo o por alguien, sobreviene el desánimo.
Muchas personas en estos momentos, están permitiendo que la vida los agote. Antes eran alegres y caminaban con bríos en sus pasos; recibían cada día con emoción. Sin embargo, al pasar el tiempo han permitido que su felicidad dé paso al agotamiento. Sino aprenden a pasar la prueba del desánimo, no podrán obtener lo que Dios tiene preparado para ellos.
Podemos enfrentarnos a problemas y reveses, sin embargo, nuestro Padre Celestial sigue sentado en Su trono y guiando nuestro camino. Cuando el desánimo toque nuestra puerta, debemos decirle; “Estamos ocupados en una gran obra que nos hace felices. Sé que Dios tiene el control de nuestras vida, y Él nos permitirá ir donde debamos de ir”.
Tengamos una mente clara, y decidamos que a pesar de la oposición y los obstáculos que nos salgan al encuentro en nuestro camino, al otro lado de ese desánimo nos espera un ascenso, un nuevo nivel, una gran victoria. No podemos perder la pasión. Cuando pasamos la prueba del desánimo, Dios hará que suceda lo que nos ha prometido.
Gálatas 6:9
“Así que no nos cansemos de hacer el bien. A su debido tiempo, cosecharemos numerosas bendiciones si no nos damos por vencidos”.
Dios los guarde y los proteja siempre.
Un abrazo.
Pastor Kike Escobar (WMF)
Unidad Internacional de Oración (UIO)
Restoration Church UK
www.kikeescobar.com
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