Génesis 37:18-24
“Cuando los hermanos de José lo vieron acercarse, lo reconocieron desde lejos. Mientras llegaba, tramaron un plan para matarlo. ¡Aquí viene el soñador! dijeron. Vamos, matémoslo y tirémoslo en una de esas cisternas. Podemos decirle a nuestro padre: “Un animal salvaje se lo comió”. ¡Entonces veremos en qué quedan sus sueños!
Pero cuando Rubén oyó el plan, trató de salvar a José. No lo matemos, dijo. ¿Para qué derramar sangre? Solo tirémoslo en esta cisterna vacía, aquí en el desierto. Entonces morirá sin que le pongamos una mano encima. Rubén tenía pensado rescatar a José y devolverlo a su padre.
Entonces, cuando llegó José, sus hermanos le quitaron la hermosa túnica que llevaba puesta. Después lo agarraron y lo tiraron en la cisterna. Resulta que la cisterna estaba vacía; no tenía nada de agua adentro”.
Una cisterna vacía, es un lugar oscuro y húmedo, lleno de lodo fétido, de insectos, un lugar en el cual no querríamos estar. Es un lugar con un olor nauseabundo, un lugar donde podríamos desanimarnos fácilmente. José estuvo allí y podría haberse deprimido, en lugar de ello se dio cuenta: “esto es solo fertilizante”. Están tratando de detenerme, pero Dios lo va a usar para promoverme.
La verdad es que no vamos a alcanzar nuestro máximo potencial sin fertilizante. Lo apestosa que era la cisterna para José, fue el fertilizante que lo llevo a una situación superior. No es el momento para sentir lástima y vivir con resentimiento, pensando en todo lo que nos ha pasado. Es el momento de prepararnos. Dios permitió ese fertilizante para prepararnos, para ir donde no podemos ir por si solos.
Un tiempo difícil y oscuro en nuestras vidas no tiene que desviarnos del propósito de Dios. De hecho, puede hacer justo lo contrario. Nos puede impulsar a nuestro propósito. Lo que apesta en nuestra vida en estos momentos, y que no nos gusta, puede ser justo lo que nos promueva y nos lleve a florecer. Sin el fertilizante no podríamos alcanzar nuestro máximo potencial.
José pasó de la cisterna a la prisión y de allí directamente al palacio. Quizás sintamos que estamos en la cisterna en estos momentos. Probablemente hayamos tenido malos momentos, estemos tratando con una enfermedad, acabemos de perder a un ser querido, una amistad nos haya fallado, un ser querido nos haya engañado, un sueño haya muerto. Pero así como a José, esa cisterna no es el final de nuestra historia. Nuestro destino es el palacio del Rey, Dios nos diseñó para vivir vidas victoriosas.
Probablemente estemos en la cisterna, sin embargo, debemos prepararnos, porque vamos a salir. Esa depresión no es el final, tu situación económica no es el final, esa enfermedad no es el final. La persona que te abandonó y que te hizo mal no es el final. Si nos dejaron no los necesitaba. Si nos dejaron no eran parte de nuestro destino. Dios tiene algo mejor.
No podemos acomodarnos en la cisterna. No permitamos que la baja autoestima y el desánimo nos roben la pasión. Necesitamos recuperar el fuego. El palacio está en el futuro. La victoria está en el futuro. Los sueños cumplidos están en el futuro. Todo esto, es lo que está delante de nosotros. Allí es donde nuestra historia termina.
Cuando pasemos por una decepción o un revés, o el informe médico no sea bueno, debemos ser honestos y decir: “Esto apesta, no me gusta, pero conozco un secreto. Es solo fertilizante. Va a llevarme a florecer, a abrirme, a prosperar”. Los hermanos de José pensaron que lo estaba impulsando hacia abajo, pero en realidad lo estaban empujando hacia arriba. Estamos un paso más cerca del palacio del Rey. El palacio me espera. Gloria a Dios.
Feliz día, Dios los guarde y los proteja siempre.
Un abrazo.
Pastor Kike Escobar (WMF)
Unidad Internacional de Oración (UIO)
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