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Foto del escritorPs. Kike Escobar

La Ascensión de Jesucristo

Hechos 1:9-11

“Habiendo dicho esto, mientras ellos lo miraban, fue llevado a las alturas hasta que una nube lo ocultó de su vista. Ellos se quedaron mirando fijamente al cielo mientras él se alejaba. De repente, se les acercaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: Galileos, ¿Qué hacéis aquí mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido llevado de entre vosotros al cielo, vendrá otra vez de la misma manera que lo habéis visto irse”.

La ascensión del Señor Jesucristo fue un milagro importante y significativo en el ministerio del Señor. Fue alzado, como para demostrar que ni aun la gloria de Su Ascensión a los cielos para sentarse a la diestra del Padre procedía de su propia iniciativa, sino que era obra de la voluntad y poder del Padre.

Las Escrituras dicen que sólo hubo una nube para recibirle. ¿Qué clase de nube sería? ¿Sería una nube común de vapor de agua? De ninguna manera. Ésta fue la misma nube de gloria, la gloria shekiná que llenó el tabernáculo en los tiempos del Antiguo Testamento. En su oración como Sumo Sacerdote, Jesús había orado lo siguiente en Juan 17:5, “Y ahora, Padre, glorifícame en tu presencia con la gloria que tuve contigo antes de que el mundo existiera”. Cuando Cristo nació en el mundo, fue envuelto en pañales. Cuando salió de la tierra, fue envuelto en nubes de gloria. Así fue como el regresó a la derecha del Padre celestial.

Por medio de las nubes hay una especie de comunicación entre el cielo y la tierra; en ellas se hallan los vapores que ascienden de la tierra y el rocío que desciende de los cielos, así como Jesús es el Mediador entre Dios y los hombres, ya que por Él descienden a nosotros los favores divinos y suben, también por Él, las oraciones realizadas por Sus hijos.

Mientras los apóstoles observaban esta escena, dos ángeles con el aspecto de hombres se les aparecieron y les comunicaron un mensaje importante. Fue Jesús glorificado quien subió al cielo. Este mismo Jesús, el Jesús glorificado vendrá así como se fue, y al mismo lugar.

Como creyentes, debemos trasladarnos con la imaginación al tiempo en que sucedió la Ascensión de Jesucristo. Hoy en día sería correcto decir que no consideramos que el Cielo esté en algún lugar más allá de la atmósfera de la Tierra; más bien lo concebimos como un estado de bendición cuando estaremos ya para siempre con el Señor. Pero esto sucedió realmente y los hechos históricos lo respaldan, ya van más de dos mil años de sucedido, cuando se creía que la Tierra era plana, y que había un lugar al que llamaban el Cielo, que estaba allá arriba.

Si Jesucristo quería dar a sus seguidores una prueba irrefutable de que había vuelto a su gloria, la Ascensión era absolutamente necesaria. Pero debemos notar una cosa: cuando Lucas nos cuenta este suceso al final de su Evangelio; “ellos, entonces, lo adoraron y luego regresaron a Jerusalén con gran alegría” Lucas 24:52. A pesar de la Ascensión o, mejor dicho, a causa de ella, los discípulos estaban seguros de que Jesús no los había dejado solos, sino que estaba con ellos para siempre.

Este pasaje Bíblico nos anuncia la Segunda Venida de nuestro Señor Jesucristo. Sobre este tema tenemos que recordar dos cosas:

1. La primera es que es insensato e inútil especular sobre cuándo y cómo va a suceder, porque el mismo Jesús dijo cuando estaba en la tierra que ni siquiera Él y los ángeles sabían el día y la hora en que vendría el Hijo del Hombre, Marcos 13:32.

2. La segunda es que es parte integral del Evangelio que Dios tiene un propósito para la humanidad y para el mundo. Estamos convencidos de que la Historia no es un conjunto caótico de casualidades que no van a ninguna parte. Estamos convencidos de que toda la creación se mueve hacia un clímax divino. Y estamos convencidos de que, cuando llegue esa culminación, Jesucristo será el indiscutible Juez y Señor de todo.

La Segunda Venida no es un tema de especulación o de curiosidad morbosa. Es una llamada a esforzarnos para que llegue ese Día, y para que nos halle preparados.

Continuara……

Feliz día, Dios los guarde y los proteja siempre.

Un abrazo.

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