Deuteronomio 11:26-27
“Hoy les estoy dando a elegir entre bendición y maldición. La bendición, si obedecen los mandamientos del Señor su Dios que hoy les ordeno; y la maldición, si no obedecen los mandamientos del Señor su Dios, si dejan de vivir de la manera que hoy les ordeno y si siguen otros dioses que no habían conocido”.
Es sorprendente que Dios ofreciera a Su pueblo la opción entre las bendiciones y las maldiciones. Y es aún más sorprendente que la mayoría de ellos, con sus desobediencias, prefirieran las maldiciones. Tenemos esa misma opción fundamental hoy día. Podemos vivir por nosotros mismos o vivir en servicio a Dios. Elegir nuestro propio estilo es dirigirnos a un callejón sin salida, pero elegir el estilo de Dios es recibir vida eterna.
¿Qué es una maldición de Dios? No es un conjuro mágico. Para entenderlo debemos recordar las condiciones del tratado entre Dios y Su pueblo. Ambas partes estuvieron de acuerdo en los términos. Las bendiciones beneficiarían al pueblo si cumplía su parte en el tratado: ellos recibirían la tierra prometida, vivirían allí para siempre, tendrían cosechas abundantes, y expulsarían a sus enemigos. La maldición caería sobre el pueblo solo si quebrantaban el acuerdo; entonces perderían la bendición de Dios y estarían en peligro de perder sus cosechas, de ser invadidos y expulsados de su tierra.
Todos tenemos libre albedrío (Libertad individual que requiere reflexión y elección consciente), voluntad propia. Por lo tanto todos podemos decidir lo bueno o decidir lo malo. Aquellos que estamos sujetos a la guía del Espíritu Santo, siempre vamos a decidir ir por el buen camino y escoger la bendición.
Todas las mañanas al despertarnos, antes de levantarnos, declaremos en voz alta; “Este será un gran día. Estoy esperando el favor de Dios. Sé que puedo cumplir mi propósito de vida. He sido capacitado para vencer todo obstáculo. Tengo la fortaleza para pasar por alto toda ofensa. Tengo la gracia de Dios para elevarme por encima de todo desengaño. Hoy decido el camino de la bendición y obedezco a Dios. Decido ser feliz y disfrutar de este día”.
Estimado amig@, antes de que alguien pudiera maldecirte, Dios puso una bendición sobre nosotros. Y a pesar de lo que la gente diga o murmure de ti, a pesar de lo que intenten hacerte sentir con sus palabras de maldición, la bendición de Dios siempre sobrepasará a la maldición.
Somos bendecidos y no podemos ser maldecidos. Estamos rodeados del favor de Dios. Estamos equipados con todo lo necesario para alcanzar la bendición, todo depende de una buena decisión. Debemos recordar siempre que no somos quien la gente dice que somos, somos quien dice nuestro Padre Celestial que somos. La gente puede decir que somos una maldición y Dios dice que todo lo que toquemos prosperará.
Debemos librarnos de la condenación y entrar en la fe y la confianza de Dios. Somos quien Dios dice que somos, Él nos dice hoy; “Tienes talento. Eres mi hijo. Eres creativo. Estás ungido. Eres fuerte. Eres una bendición. Eres un vencedor y no una víctima. Decide obedecerme y las bendiciones te alcanzarán. Cumple el acuerdo, que una lluvia de bendiciones viene a tu encuentro”. Amén.
Dios los guarde y los proteja siempre.
Un abrazo.
Pastor Kike Escobar (WMF)
Unidad Internacional de Oración (UIO)
Restoration Church UK
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