Rut 1:19-22
“Entonces las dos mujeres siguieron caminando hasta llegar a Belén. Apenas llegaron, hubo gran conmoción en todo el pueblo a causa de ellas. ¿No es ésta Noemí? se preguntaban las mujeres del pueblo.
Ya no me llaméis Noemí, repuso ella. Llamadme Mara, porque el Todopoderoso ha colmado mi vida de amargura. Me fui con las manos llenas, pero El Señor me ha hecho volver sin nada. ¿Por qué me llamáis Noemí si me ha afligido el Señor, si me ha hecho desdichada el Todopoderoso?
Así fue como Noemí volvió de la tierra de Moab acompañada por su nuera, Rut la moabita. Cuando llegaron a Belén, comenzaba la cosecha de la cebada”.
Cuando Rut y Noemí llegaron al pueblo de Belén, los de Belén vieron a Noemí y se preguntaron: ¿No es ésta Noemí? Cuando Noemí salió de Belén, era próspera. Tenía un esposo y dos hijos. Ahora, ella regresaba, pero su esposo y sus dos hijos habían muerto. Todo lo que traía con ella ahora, era una acompañante extranjera, y su pobreza era muy obvia.
¿Había de veras Dios tratado amargamente con Noemí? No, estimado amig@. Noemí era miembro de una familia pródiga y por eso fue castigada en un país lejano. Fue por causa de su desobediencia que le sucedieron todas estas cosas. Noemí había salido llena. Lo tenía todo. Pero había regresado con las manos vacías. No tenía nada. Así le sucede al hijo de Dios que teniendo a su disposición todas las bendiciones espirituales en Jesucristo, se aleja de Su presencia y pierde su relación de compañerismo con Él. Allí, lejos de Dios, dondequiera que se encuentre, sufrirá la disciplina divina y volverá a su hogar espiritual con las manos vacías, como vino aquel hijo pródigo de la parábola. Aunque encontrará que su Padre le estará esperando con los brazos abiertos, para perdonarle y bendecirle como nunca antes.
Lo había perdido todo en el país lejano. Y no quería que sus vecinos la llamaran “dulce”, como el significado de su nombre, sino Amarga. Pero nos alegramos de que el Espíritu de Dios no aceptara su nuevo nombre. No sería Mara, un nombre de amargura, porque aún habría guardadas para ella algunas experiencias maravillosas.
Noemí no estaba rechazando a Dios al manifestar abiertamente su dolor. Sin embargo, tal parece que perdió la visión de los tremendos recursos que tenía en su relación con Rut y con Dios. Cuando enfrente momentos amargos, Dios recibirá con agrado sus oraciones sinceras, pero cuídese de no pasar por alto el amor, la fuerza y los recursos que El Señor provee en las presentes relaciones. Y no permita que la amargura y la desilusión lo cieguen ante las oportunidades.
La mujer extranjera que Rut traía de la tierra de Moab, llamada Rut, no pertenecía a la sociedad israelita. La ley mosaica la excluía y ella no creía que tuviera esperanza alguna. Pero, veremos más adelante que algunas cosas maravillosas le iban a pasar a Noemí y a su nuera Rut. Llegaron a Belén al comienzo de la siega de la cebada, que era una buena hora para llegar a Belén. El hambre había pasado y había una buena siega.
Belén estaba a unos ocho kilómetros al sur de Jerusalén. El pueblo estaba rodeado por exuberantes campos y arboledas de olivos. Sus cosechas eran abundantes. El regreso de Rut y Noemí a Belén fue sin duda parte del plan de Dios porque en esta aldea nacería David y como lo predijo el profeta Miqueas, también Jesús nacería allí. Esta acción, fue más que una simple conveniencia para Rut y Noemí. Conducía al cumplimiento de la Escritura.
Debido a que el clima de Israel es muy moderado, hay dos cosechas cada año, en la primavera y en el otoño. La cosecha de cebada se llevaba a cabo en primavera y fue en ese tiempo de esperanza y de plenitud que Rut y Noemí regresaron a Belén. Belén era una comunidad agrícola y debido a que era época de cosecha, había mucho grano sobrante en los campos. Este grano podía recolectarse o espigarse y luego convertirlo en alimento.
Una aflicción bien llevada, siempre nos hace bien: “La tribulación produce paciencia” “Pero hay más, podemos sentirnos felices aun cuando tenemos sufrimientos porque los sufrimientos nos enseñan a ser pacientes” Romanos 5:3.
Feliz día, Dios los guarde y los proteja siempre.
Un abrazo.
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