1 Samuel 20:8-17
“Sé bueno conmigo, Jonatán, yo soy tu siervo. Has hecho un pacto conmigo ante el Señor. Si soy culpable, entonces tú mismo me puedes matar, pero no me lleves ante tu papá. Jonatán respondió: ¡Claro que no! Si me entero de que mi papá planea matarte, te avisaré. David dijo: ¿Quién me lo hará saber si tu papá responde mal? Jonatán le dijo: Ven, vamos al campo. Una vez allí, Jonatán le dijo a David: Te prometo ante el Señor Dios de Israel que averiguaré lo que mi papá piensa sobre ti. Me enteraré si piensa bien de ti o no y te enviaré un mensaje al campo. Si mi papá quiere hacerte daño, yo te lo haré saber. Te dejaré vivir a salvo. Que el Señor me castigue si no hago lo que he dicho. Que el Señor esté contigo como estuvo con mi papá. Muestra el fiel amor del Señor conmigo mientras viva, y cuando yo muera, no dejes de mostrar tu fiel amor con mi familia. El Señor borrará de la faz de la tierra a todos tus enemigos.
Si entonces nuestras familias deben separarse, que así sea, y que el Señor castigue a tus enemigos. Jonatán le pidió a David que confirmara el juramento de amistad que habían hecho por el aprecio que le tenía, pues lo quería como a sí mismo”.
De aquel momento en adelante la vida de David estaría en peligro, por lo cual tendría que huir. Pero lo interesante fue el pacto de amistad que los dos amigos hicieron. Veremos más adelante que Jonatán cumplió su parte del pacto. Fue un fiel y verdadero amigo a David hasta el fin de su vida. David también fue fiel a su amistad con Jonatán y con sus descendientes.
Más adelante observaremos que los filisteos matarían a Saúl y a Jonatán, y que David llegaría al trono. Ahora, lo apropiado y seguro para él habría sido exterminar a todo miembro de la casa de Saúl. Eso quería decir que si Jonatán tuviera un hijo, habría sido lo mejor matarlo también. Y el hecho es que Jonatán tendría un hijo. Lo vamos a conocer más adelante en esta historia. Su nombre sería Mefi-boset y por un accidente de niño, sería paralítico de sus piernas. Ahora, cuando Saúl y Jonatán murieran, un siervo llevaría al muchacho y lo escondería. Pero observaremos que David cumpliría lo que había prometido a Jonatán. David encontraría al muchacho, lo llevaría al palacio, le haría sentar en su mesa; le daría de comer, y le cuidaría. ¿Por qué? Porque cumpliría el pacto que había hecho con Jonatán, en aquella ocasión en que su amigo le mostró su lealtad y misericordia.
En un devocional más adelante, tendremos ocasión para entrar con más detalle en este tema. Pero por ahora, permítanme dirigir su atención al maravilloso significado de esta historia. David mostró bondad a Mefi-boset por causa de Jonatán. Dios, amad@ amigo, ha mostrado bondad para con usted y para conmigo, por el Señor Jesucristo. No es debido a quiénes seamos ni a lo que hayamos hecho, que Él nos ha salvado. Nuestra salvación es una realidad por ser Cristo quien es y por lo que Él ha hecho por nosotros en la cruz del Calvario. Dijo el Señor Jesucristo mismo, en el evangelio de San Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, sino que tenga vida eterna”. Debido a que Su Hijo murió por nosotros, Dios extiende Su favor hacia nosotros, por medio de Jesucristo.
Después que David y Jonatán hablaron, Jonatán regresó al palacio. Pensamos que se sintió muy triste porque sabía que su padre estaba completamente decidido a matar a su amigo David. También sabía que tendría que vivir separado de su amigo, porque David tendría que huir tan lejos de Saúl como le fuera posible.
La lealtad es una de las cualidades más costosas de la vida; es la parte más abnegada del amor. Para ser leal, usted no puede vivir solo para sí mismo. La gente leal no solamente se aferra a sus compromisos: está dispuesta a sufrir por ellos. Jonatán es un brillante ejemplo de lealtad. Algunas veces se vio forzado a luchar con un conflicto de lealtades: hacia su padre Saúl o hacia su amigo David. La solución que dio a ese conflicto nos enseña cómo ser leales y qué debe ser guía de la lealtad. En Jonatán, la lealtad siempre se guio por la verdad.
Jonatán se dio cuenta de que la fuente de la verdad era el Dios que demandaba su lealtad suprema. Fue su relación con Dios la que dio a Jonatán la habilidad de manejar efectivamente las situaciones complicadas de su vida. Fue leal a Saúl porque era su padre y porque era el rey. Fue leal con David porque era su amigo. Su lealtad hacia Dios lo guio a través de las demandas conflictivas de sus relaciones humanas.
Las demandas conflictivas de nuestras relaciones pueden ser grandes retos también para nosotros. Si tratamos de resolver estos conflictos solamente a nivel humano, estaremos siempre sintiéndonos traidores. Pero si comunicamos a nuestros amigos que nuestra lealtad suprema es hacia Dios y su verdad, muchas de nuestras decisiones serán mucho más claras. La verdad en su Palabra, la Biblia, traerá luz a nuestras decisiones. ¿Saben las personas que están más cerca de usted para quién es su mayor lealtad?
Dios los guarde y los proteja siempre.
Pastor Kike Escobar (WMF)
Unidad Internacional de Oración (UIO)
Restoration Church UK
www.kikeescobar.com
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