Continuamos considerando hoy el capítulo 2 de este hermoso libro de Rut. Y en nuestro devocional anterior vimos que Rut había regresado a la casa de su suegra Noemí. Ante las preguntas de Noemí sobre dónde había estado trabajando, Rut entonces le contó a su suegra que había estado trabajando en el campo de Booz. Noemí vio que Rut había espigado mucho más que lo que podría una mujer normal trabajando en el campo en un solo día. Había recogido muchísimo más de lo ordinario. Noemí se preguntó entonces si no habría sucedido lo que ella creyó que nunca ocurriría. En otras palabras, si alguien se habría fijado en Rut.
El nombre de Booz aún no significaba nada para Rut. Ella no sabía quién era ni sabía nada sobre su posición en la comunidad. Todo lo que sabía era que él se había portado de una manera muy bondadosa con ella. No creemos que a estas alturas Rut tuviera idea de que Booz se había enamorado de ella. Su suegra le había dicho que ninguno se fijaría en ella porque era extranjera. Y Rut ya se había mentalizado con respecto a su viudez y su pobreza perpetua. Fue por eso que cuando alguien se fijó en ella, Rut, sorprendida, le preguntó: “¿Por qué he hallado gracia en tus ojos?” Pero ella aún no se había dado cuenta del significado completo de lo que estaba ocurriendo.
Leamos nuevamente Rut 2:20
“¡Que El Señor lo bendiga! le dijo Noemí a su nuera. Nos muestra su bondad no sólo a nosotras sino también a tu marido que murió. Ese hombre es uno de nuestros parientes más cercanos, uno de los redentores de nuestra familia”.
Para entender y comprender el libro de Rut, debemos entender esta maravillosa ley. En los tiempos de Rut y Booz, existía lo que era conocida como la ley del pariente-redentor, la ley del “goel”, que como dijimos en un devocional anterior, es una palabra hebrea que significa “el pariente cercano - redentor”. Esta ley nos resulta extraña porque no disponemos en la actualidad de ninguna legislación que se corresponda con ella. En este libro vemos como operaba la ley del pariente - redentor y también dos otras leyes que hemos mencionado y que también nos resultan extrañas. Una de ellas era la base que Dios había dispuesto para la atención a los pobres, permitiéndoles que entraran en los campos y viñedos para espigar después que el propietario hubiese enviado una vez a sus segadores. Era una buena provisión para los pobres porque quedaba mucho sin recoger. Ese cuidado de Dios de los necesitados preservaba la dignidad de ellos, dándoles la oportunidad de trabajar por lo que recibían.
Ahora en este libro vemos operar la ley del pariente cercano -redentor, detallada en el capítulo 25 de Levítico, y que operaba en tres áreas diferentes. En relación con la tierra, con los individuos y con las viudas.
Booz estaba relacionado con el marido de Noemí, cuyo nombre era Elimelec (que significaba “Mi Dios es Rey”). Interpretamos que los padres de Elimelec y Booz eran hermanos, lo cual convertía a los hijos en primos y, en consecuencia, podríamos decir también que Booz era primo del primer marido de Rut. Por ello, Noemí le dijo a Rut que Booz era uno de los parientes cercanos que tenían el deber de redimirlas.
Como el énfasis está en el término “goel” veamos, en primer lugar a esta ley, en relación con la tierra. Dice Levítico 25 23:24: “La tierra no se venderá a perpetuidad, porque la tierra mía es, y vosotros como forasteros y extranjeros sois para mí. Por tanto, en toda tierra de vuestra posesión otorgaréis derecho a rescatar la tierra”. Ahora, ¿cómo haría Dios esto? Continuemos leyendo el versículo 25: “Si tu hermano empobrece y vende algo de su posesión, entonces su pariente más próximo vendrá y rescatará lo que su hermano haya vendido”. Ésta, pues, la ley del pariente cercano -redentor en relación con la tierra.
Veamos esta ley en operación. Cuando este pueblo llegó a la tierra, Dios se la entregó. Pudieron ocuparla en la medida en que fueron fieles a Dios. Cuando fueron infieles, Dios les expulsó. La tierra no debía ser vendida para siempre, es decir, en forma permanente. Dios dijo que había dado aquella tierra a Su pueblo. Nunca deberían venderla para siempre. Ni tampoco podrían vender la tierra fuera de la familia.
Dios dice que la tierra realmente era de Él, pero que la estaba dando a los israelitas bajo ciertas condiciones que se declaran en Levítico capítulo 25. Dios no sólo dio la tierra a Su pueblo, sino que también puso los límites alrededor de ella. Dio a cada tribu una porción particular de la tierra. En cada tribu, cada familia tenía cierta porción de tierra que era suya. Aquella tierra debía quedar en la familia, y nunca podía salir de la posesión de la familia mientras permanecieran en la tierra prometida.
¿Cómo proveyó Dios a fin de que la tierra quedara dentro de la familia? Bueno, supóngase que a un hombre le pasaran dos o tres años malos por causa de la sequía, tuviera que deshacerse de su propiedad, y tuviera un vecino rico que veía la oportunidad de hacer una hipoteca. Y podía hacerlo por un período máximo de 50 años. Dios lo arregló de tal manera que cada año de jubileo, es decir, cada 50 años, todas las hipotecas eran canceladas, todos los esclavos eran puestos en libertad y toda propiedad se devolvía a su dueño original. La ley hacía posible que la propiedad quedara en familia. Si faltaban cinco años para el jubileo, una persona sería insensata si concedía una hipoteca porque la tierra automáticamente sería devuelta al dueño, fuera pagada la hipoteca, o no. Esto es maravilloso.
Esta ley se aplicaba no solo a la propiedad sino también a las personas. En Levítico 25:47-49 leemos: “Si el forastero o el extranjero que está contigo se enriqueciere, y tu hermano que está junto a él empobreciere, y se vendiere al forastero o extranjero que está contigo, o alguno de la familia del extranjero; después que se hubiere vendido, podrá ser rescatado; uno de sus hermanos lo rescatará. O su tío o el hijo de su tío lo rescatará, o un pariente cercano de su familia lo rescatará; o si sus medios alcanzaren, él mismo se rescatará”. Quizás un hombre tuviera una pobre cosecha y no solamente hubiera perdido su propiedad, pero debido a la sequía o al hambre, sus hijos tenían hambre y él mismo se había vendido como esclavo para alimentar a su familia. Este pobre hombre viviría en la esclavitud hasta el Año del Jubileo. Si aún faltaban 49 años para ese Año, pasaría un largo período como esclavo. Incluso podría morir en la esclavitud. Pero si tuviera un familiar rico, un día podría verle venir por el camino con el dinero para pagar el precio de su esclavitud. En ese caso, su familiar o pariente redentor, al pagar el precio, lo habría redimido y el que había sido esclavo sería puesto en libertad.
El pariente cercano-redentor es una figura del Señor Jesucristo. Él es nuestro pariente - redentor. Por tal motivo en el Nuevo Testamento se usa la palabra redención en vez de expiación. La expiación, todo lo que hacía era cubrir los pecados. Pero la redención, significa el pago de un precio para que el que ha sido redimido por ese precio, pudiera salir en libertad sin recibir ningún castigo.
Los seres humanos fuimos vendidos al pecado. Somos siervos del pecado, según nos dice la Palabra de Dios. Pero, Cristo pagó el precio de nuestro pecado al morir en la cruz. Ahora Cristo no solo murió para redimirnos a nosotros, sino también para redimir a esta tierra. Usted y yo viviremos en una tierra que está bajo la maldición del pecado. Algún día será liberada de la esclavitud de la corrupción, y entonces habrá un nuevo cielo y una nueva tierra. Esta es también una parte de la redención divina.
En Romanos 8:22, el apóstol Pablo dijo: “Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora”. Dios sabía todo en cuanto a la contaminación, mucho antes de que esta generación sagaz supiera algo de ella. Vivimos en un mundo que tiene una maldición sobre él. ¿Cuándo nos libraremos de la contaminación espiritual, que ha contaminado a los seres humanos alejándoles de Dios, y que también ha ocasionado una contaminación de la naturaleza y del medio ambiente que nos rodea? Tenemos un pariente - redentor. Él ya ha pagado el precio de nuestra redención, y uno de estos días vendrá otra vez. Levantará la maldición de la tierra y el desierto florecerá nuevamente, y Él librará a todos aquellos que han confiado en Él, aleluya.
Por ello hemos dicho que este libro revela el aspecto del amor de Dios en la redención. Ahora, había aquí un hombre que era un pariente cercano - redentor, pero él no tenía que actuar en esa capacidad. Más adelante encontraremos que había otro pariente más cercano que Booz y que tendría la oportunidad de actuar como tal, pero rehusaría hacerse cargo de Rut. Pero Booz la amaba y eso cambiaría las cosas. En el caso de Dios, Él no tenía por qué redimirnos. Éramos pecadores perdidos. Si no nos hubiera redimido, aun habría continuado siendo un Dios justo y santo. Pero Él nos amó. Y así es que la salvación por redención es una historia de amor. Y en este libro nos ha sido contada en un lenguaje sencillo, ilustrada por medio de esta joven extranjera del pueblo de Moab y por Booz, en la tierra de Israel.
Rut 2:21-23
“Rut la moabita siguió diciendo: Además de esto me pidió: Quédate con mis criadas, hasta que hayan acabado toda mi cosecha. Respondió Noemí a su nuera Rut: Mejor es, hija mía, que salgas con sus criadas, y que no te encuentren en otro campo. Estuvo espigando, pues, junto con las criadas de Booz, hasta que se acabó la cosecha de la cebada y la del trigo. Y mientras, seguía viviendo con su suegra”.
Es maravilloso ver lo obediente que fue Rut a los buenos consejos de su suegra. Cuán importante es tener buenos consejeros, mentores, que nos guíen por el buen camino. Claro si somos obedientes, heredaremos la bendición.
Noemí había perdido su propiedad. Al parecer, faltaba mucho tiempo para el año de jubileo. Y aquí estaban dos viudas muy pobres, y necesitaban a alguien para redimirles su propiedad. No habían sido vendidas en esclavitud, pero sus circunstancias no eran favorables.
Esta cosecha duraría aún unas seis semanas. Durante ese tiempo, cada tarde, Booz y Rut serían vistos juntos caminando hacia Belén. El hecho era que Booz la amaba y estaba dispuesto a redimirla. Pensando ya en nosotros, diremos que es maravilloso que hayamos tenido un Salvador que nos amó, que vino a esta tierra hace más de dos mil años para redimirnos y hoy, gracias a Él, disfrutamos de la salvación, gloria a Dios.
Continuara…..
Feliz día, Dios los guarde y los proteja siempre.
Un abrazo.
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