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Foto del escritorPs. Kike Escobar

La valentía de una decisión

Rut 1:16-17

“Pero Rut le dijo: ¡No me obligues a abandonarte y separarme de ti! A donde tú vayas, iré yo; y donde vivas tú, viviré yo. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios.

Donde tú mueras, yo moriré y seré sepultada. Prometo que sólo la muerte nos separará”.

No existen expresiones más hermosas ni valientes que las que usa Rut en esta ocasión. La afirmación que hace Rut de su compromiso es quizá la más bella de toda la literatura Bíblica. Se ha escrito que una mujer que no se emocione al leer este pasaje denota un nivel muy bajo de feminidad.

Rut cobra nuevos ánimos y se expresa con mayor valentía, lo cual es un ejemplo de la inclinación que la gracia de Dios puede llevar a cabo en un corazón para que resuelva escoger la mejor. Tu pueblo será mi pueblo. Lo que es más importante, renuncia para siempre a los ídolos y abraza la fe del verdadero Dios: Y tu Dios será mi Dios.

La actitud de Rut es un modelo de conversión absoluta a Dios. Como ella, nosotros también hemos de estar dispuestos:

1 - A tomar al Señor por nuestro Dios para siempre y ser consecuentes con esta decisión.

2 - Al tomar al Señor por Dios nuestro, hemos de tomar también por nuestro Su pueblo, sin condiciones, aunque sean pobres, despreciados e imperfectos. Uno no puede tomar una decisión con respecto a Dios sin identificarse con el pueblo de Dios.

3 - Resueltos a compartir la suerte del pueblo de Dios, hemos de soportar las vicisitudes y adversidades que ellos hayan de soportar, y compartir sus penas y sus alegrías.

Noemí no tuvo nada más que contestar a las palabras de Rut: “Y viendo Noemí que estaba tan resuelta a ir con ella, no dijo más” Rut 1:18. Esto era precisamente lo que Noemí deseaba; que Rut tomase conciencia de lo que significaba marchar con ella a un país extraño y resolviese acompañarla con toda libertad.

Rut era una moabita. Moab era la tierra al este del Mar Muerto. Era una de las naciones que oprimieron a Israel durante el período de los jueces, así es que había hostilidad entre las dos naciones. Sin embargo, esto no le impidió adorar al Dios verdadero, ni tampoco impidió a Dios aceptar su adoración y colmarla de grandes bendiciones. Dios no amaba únicamente a los judíos. Dios eligió a los judíos como instrumento para que el resto del mundo lo conociera. Esto se cumplió cuando Jesús nació como judío.

A través de Jesucristo de Nazaret, todo el mundo puede conocer a Dios. Hechos 10:34-35 dice que, “Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia”. Dios acepta a todos los que lo adoran; actúa a través de las personas sin importar raza, sexo o nacionalidad. El libro de Rut es un ejemplo perfecto de la imparcialidad de Dios. Aunque Rut provenía de una raza a menudo despreciada por el pueblo de Dios, fue bendecida por su fidelidad. Llegó a ser la bisabuela del rey David y un antepasado directo de Jesús.

La muy citada frase de sumisión de Ruth, no constituye una mera reacción emocional, sino que se proyecta más allá de la amistad, como un acto de fe. Su compromiso se funda en un acercamiento al Dios vivo, a quien ha conocido por intermedio de Noemí. La influencia de verdaderos creyentes, traen como como consecuencia respuestas y decisiones como esta. Fuimos diseñados como cristianos para ser buena influencia en un mundo de pecado.

Feliz día, Dios los guarde y los proteja siempre.

Un abrazo.

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