Llegó el momento de adorar a Dios
Salmo 22:9-31
Esta porción del Salmo 22, a la luz de la revelación de la Palabra, nos relata la oración y la adoración realizada por Jesús en los momentos finales de su vida terrenal, cuando estaba ya crucificado. Es un Salmo escrito por el rey David cientos de años antes. Es una descripción sorprendentemente acertada del sufrimiento del Mesías muchos años después.
Una oración (versículos 9-18)
“Pero tú me sacaste del vientre materno; me hiciste reposar confiado en el regazo de mi madre. Fui puesto a tu cuidado desde antes de nacer; desde el vientre de mi madre mi Dios eres tú.
No te alejes de mí, porque la angustia está cerca y no hay nadie que me ayude. Muchos toros me rodean; fuertes toros de Basán me cercan. Contra mí abren sus fauces leones que rugen y desgarran a su presa.
Como agua he sido derramado; dislocados están todos mis huesos. Mi corazón se ha vuelto como cera, y se derrite en mis entrañas.
Se ha secado mi vigor como una teja; la lengua se me pega al paladar. ¡Me has hundido en el polvo de la muerte!
Como perros de presa, me han rodeado; me ha cercado una banda de malvados; me han traspasado las manos y los pies. Puedo contar todos mis huesos; con satisfacción perversa la gente se detiene a mirarme. Se reparten entre ellos mis vestidos y sobre mi ropa echan suertes”.
Toros, leones y perros (el mundo espiritual de las tinieblas)
Aquí es rodeado e insultado por sus enemigos, los cuales, por su fuerza y por su furia, son comparados a los famosos toros de Basán; tales eran los principales sacerdotes y los ancianos que perseguían a Cristo (autoridades – principados y gobernadores espirituales); otros son comparados a los perros, sucios, voraces y empeñados infatigablemente en derribarle (malos obreros, devoradores del cuerpo – potestades espirituales). Había una banda de malhechores que le cercaban, puesto que los principales sacerdotes y los ancianos celebraban consejo para hallar los mejores medios de hacerse con Él sin alarmar al pueblo. Abrieron sobre Él su boca como leones (murmuradores, escarnecedores, espíritus de mentira – huestes de maldad espirituales) ansiosos de devorarle.
Una súplica (versículos 19-21)
“Pero tú, Señor, no te alejes; fuerza mía, ven pronto en mi auxilio.
Libra mi vida de la espada, mi preciosa vida del poder de esos perros.
Rescátame de la boca de los leones; sálvame de los cuernos de los toros”.
Una adoración (versículos 22-31)
“Proclamaré tu nombre a mis hermanos; en medio de la congregación te alabaré.
¡Alabad al Señor los que lo teméis! ¡Honradlo, descendientes de Jacob! ¡Veneradlo, descendientes de Israel! Porque Él no desprecia ni tiene en poco el sufrimiento del pobre; no esconde de él su rostro, sino que lo escucha cuando a Él clama.
Tú inspiras mi alabanza en la gran asamblea; ante los que te temen cumpliré mis promesas.
Comerán los pobres y se saciarán; alabarán al Señor quienes lo buscan; ¡que vuestro corazón viva para siempre!
Se acordarán del Señor y se volverán a Él todos los confines de la tierra; ante Él se postrarán todas las familias de las naciones, porque del Señor es el Reino; Él gobierna sobre las naciones. (Toda la tierra lo adorará).
Festejarán y adorarán todos los ricos de la tierra; ante Él se postrarán todos los que bajan al polvo, los que no pueden conservar su vida.
La posteridad lo servirá; del Señor se hablará a las generaciones futuras.
A un pueblo que aún no ha nacido se le dirá que Dios hizo justicia”.
El cuidado amoroso de Dios no comienza el día que nacemos ni concluye el día que morimos, sino que va con nosotros desde antes de nacer y nos acompaña por el largo camino de la eternidad. La única ayuda segura que recibimos en la vida proviene de Dios, cuyo cuidado se prolonga más allá de la existencia terrenal. ¿Cómo puede una persona rechazar semejante amor?
En Salmo 22 versículo 22, David alabaría a Dios en la congregación porque su liberación en privado merecía un testimonio público. Dios interviene maravillosamente para liberarnos cuando estamos sufriendo calladamente, y debemos estar preparados para ofrecer alabanza y adoración pública por su ayuda.
La alabanza y la adoración es la senda hacia la presencia de Dios. Sin lugar a dudas, aquí se enseña una de las cosas más excitantes y notables de la alabanza y la adoración honesta y sincera: la adoración atrae la presencia de Dios. Aunque Dios está presente dondequiera, hay una manifestación única de su dominio, que se revela de manera particular en una atmósfera de alabanza y adoración. Aquí encontramos el remedio para los momentos cuando nos sentimos solos, abandonados o deprimidos. ¡Alaba y adora a Dios! No importa cuán simple sea, compone tu canción y testifica de la bondad de Dios en tu vida.
El resultado: ¡Dios entrará! Su presencia vivirá (morará) en nuestras vidas. Es decir, Dios hace más que visitarnos cuando le alabamos y le adoramos, Su presencia permanece con nosotros y establecemos una relación cada vez más fuerte con Él. Permitamos que esta verdad haga crecer nuestra fe y nuestra confianza, y nos libere de las molestias, el tormento y la esclavitud del enemigo.
Llegó el momento de adorar a Dios. La adoración genera la responsabilidad en el otro de adorar y ahí se produce el milagro, gloria a Dios. Amén.
Dios los guarde y los proteja siempre.
Un abrazo.
Pastor Kike Escobar (WMF)
Unidad Internacional de Oración (UIO)
Restoration Church UK
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