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Foto del escritorPs. Kike Escobar

Los empujones de Dios

Hechos 8:4-8


“Los que se habían dispersado predicaban la palabra por dondequiera que iban. Felipe bajó a una ciudad de Samaria y les anunciaba al Mesías. Al oír a Felipe y ver las señales milagrosas que realizaba, mucha gente se reunía y todos prestaban atención a su mensaje.


De muchos endemoniados los espíritus malignos salían dando alaridos, y un gran número de paralíticos y cojos quedaban sanos. Y aquella ciudad se llenó de alegría”.


La muerte de Esteban fue la señal para que estallara una persecución que obligó a los cristianos a esparcirse para buscar una cierta seguridad en distritos más remotos del país. En este pasaje encontramos dos detalles especialmente interesantes.


· Los apóstoles se mantuvieron en su sitio. Otros habrían huido, pero ellos arrostraron los peligros que pudieran presentárseles. Eran hombres de valor. Eran hombres buenos. Los mirarían como fuera por ser cristianos, pero tenían algo que inspiraba respeto. La belleza y el poder de las vidas de los apóstoles eran tan impresionantes que hasta en medio de la persecución se temía ponerles la mano encima.


· Saulo, dice la versión Reina-Valera, “asolaba la Iglesia”. La palabra que se usa en el original denota una crueldad brutal. Se usa acerca de un jabalí salvaje que destroza una viña, y de una fiera que descuartiza un cuerpo. El contraste entre el hombre que estaba asolando la Iglesia en este capítulo y el que en el siguiente se rindió a Cristo es intensamente dramático.


La persecución obligó a los creyentes a abandonar sus hogares en Jerusalén y a que el evangelio fuera con ellos. A menudo debemos sentirnos molestos antes de querer movernos. A lo mejor no anhelemos esta experiencia, pero la incomodidad puede ser una de las mejores cosas para nosotros porque Dios puede trabajar a través de nuestros sufrimientos.


La próxima vez que se sienta tentado a quejarse de la incomodidad o de las circunstancias dolorosas, deténgase y pregúntese si a lo mejor Dios lo está preparando para una misión especial.

Dios usa a la gente para empujarnos a donde se supone debemos estar. Sin ellos no podríamos cumplir con nuestro propósito de vida. Quizás pensemos que nos están empujando hacia abajo, pero lo que no se dan cuenta es que nos están empujando hacia arriba.


La persecución forzó a Felipe a ir a Samaria y salir de Jerusalén. Fue empujado fuera de su comodidad. Fue en Samaria donde Felipe vio los mejores días de su ministerio. Si se hubiera quedado en Jerusalén, nunca habría alcanzado todo su potencial. No podemos desanimarnos. Jerusalén puede haberse cerrado, pero Samaria está a punto de abrirse.


Dios sabe cómo hacernos salir de la comodidad. El abrió la puerta; Él puede cerrar la puerta. Si no entendemos la señal, Él nos va a empujar. No nos quejemos de las puertas cerradas. No nos desalentemos por los contratiempos. Si Dios lo está permitiendo, lo va a usar para nuestro bien.


Feliz día, Dios los guarde y los proteja siempre.


Un abrazo.


Pastor Kike Escobar (WMF)

Unidad Internacional de Oración (UIO)



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