1 Samuel 30:6
“Y David se angustió mucho, porque el pueblo hablaba de apedrearlo, pues todo el pueblo estaba en amargura de alma, cada uno por sus hijos y por sus hijas; más David se fortaleció en Jehová su Dios”.
Al enfrentarse a la tragedia de haber perdido a sus familias, los soldados de David comenzaron a volverse contra él e incluso hasta llegaron a hablar de matarlo. En vez de planear un rescate, buscaron a alguien a quien culpar. Pero David encontró su fortaleza en Dios y comenzó a buscar una solución, y no un chivo expiatorio. Cuando se enfrente con problemas, recuerde que no ayuda en nada buscar a quién culpar ni criticar. En su lugar, considere cómo puede ayudar a encontrar una solución.
La impaciencia y el descontento añadían hiel y ajenjo a su aflicción y miseria, con lo que hacían el caso doblemente gravoso. Pero David lo soportó con mejor ánimo, aunque tenía mayor motivo que ninguno de ellos para lamentarse; ellos dieron rienda suelta a sus pasiones, pero él puso en práctica su fe y su gracia y, al fortalecerse así en Dios, guardó en su interior la calma mientras los demás se quitaban los ánimos unos a otros. Esta era la costumbre de David, y así hallaba él el consuelo y el ánimo que necesitaba: “En el día en que tengo miedo, yo en ti confío” Salmo 56:3. Así, ni las mayores calamidades acababan con nuestra fe.
Si queremos vivir en victoria, nuestro aliento y ánimo deben provenir de Dios, de nuestro interior. En esos momentos difíciles, cuando las cosas no salen como queremos. En lo profundo de nuestro ser, tiene que haber una determinación, una fortaleza interna que diga: “Me niego a conformarme donde estoy, sé que Dios tiene una gran plan para mi vida. Determino seguir adelante para llegar a ser todo aquello para lo cual mi Padre Celestial me diseñó”.
David entendió este principio. Él no dependía de su familia, de su ejército, de sus amigos o sus colegas; dependía de su relación con Dios. Sabía sacar fuerza y aliento de su interior. Muchas veces cuando más necesitamos aliento, aquellos con quienes contamos para que lo hagan no están, se han ido. Cuando aprendemos a profundizar en nuestro interior y a alentarnos a nosotros mismos, experimentamos una libertad verdadera.
David no se dejó robar el ánimo de sus seguidores. Él sabía cómo sacar aliento y fortaleza de su interior. ¿Cómo lo hacía? Revivía las victorias que Dios la había dado en el pasado. A medida que las revivía una y otra vez, se llenaba de la bondad y la fe de Dios necesaria, para enfrentar sus batallas.
Aprendamos a crear una nueva visión de victoria, no miremos los escombros, ni miremos al pueblo desanimado. Demos gracias a Dios por todo lo que ha hecho en el pasado en nuestras vidas; demos gracias a Dios porque Él puede dar la vuelta a la situación que estamos viviendo. David pasó de estar deprimido y derrotado, a ser una persona victoriosa. Eso es tener una mentalidad de guerrero.
1 Samuel 30:8
“Y David consultó a Jehová, diciendo: ¿Perseguiré a estos merodeadores? ¿Los podré alcanzar? Y él le dijo: Síguelos, porque ciertamente los alcanzarás, y de cierto librarás a los cautivos”.
El Señor le dio la victoria a David y pudo recupera todo lo que el enemigo le había robado y mucho más botín de guerra. En el momento más difícil de David, él decidió fortalecerse en el Señor su Dios y no se dejó desanimar de los que le rodeaban. Lo más hermoso de esta historia, es que a muchos kilómetros de donde estaba David con su pueblo, el rey Saúl estaba muriendo y David se estaba convirtiendo en rey, y él no lo sabía.
Moraleja; en el momento más difícil de nuestras vidas, nuestro Padre Celestial en un tiempo paralelo, está entregándonos una gran bendición y todavía no lo sabemos. Fortalezcámonos en nuestro amado Dios, obedezcamos Sus palabras y confiemos en que todo está bajo Su control. Una gran bendición ya fue conquistada para nosotros y viene en camino a nuestro encuentro. Amén.
Dios los guarde y los proteja siempre.
Un abrazo.
Pastor Kike Escobar (WMF)
Unidad Internacional de Oración (UIO)
Restoration Church UK
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