1 Samuel 17:23-28
“Los israelitas y los filisteos se alinearon frente a frente. David, por su parte, dejó su carga al cuidado del encargado de las provisiones, y corrió a las filas para saludar a sus hermanos. Mientras conversaban, Goliat, el gran guerrero filisteo de Gat, salió de entre las filas para repetir su desafío, y David lo oyó.
Cuando los israelitas vieron a Goliat, huyeron despavoridos. Algunos decían: ¿Ven a ese hombre que sale a desafiar a Israel? A quien lo venza y lo mate, el rey lo colmará de riquezas. Además, le dará su hija como esposa, y su familia quedará exenta de impuestos aquí en Israel.
David preguntó a los que estaban con él: ¿Qué dicen que le darán a quien mate a ese filisteo y salve así el honor de Israel? ¿Quién se cree este filisteo pagano, que se atreve a desafiar al ejército del Dios viviente? Al que lo mate, repitieron, se le dará la recompensa anunciada”.
Lo que una perspectiva diferente puede hacer. Muchos de los que observaban veían a un gigante. Sin embargo, David vio a un mortal que desafiaba al Dios todopoderoso. Sabía que no estaría solo cuando enfrentara a Goliat: Dios pelearía con él. Vio su situación desde el punto de vista de Dios. Mirar las circunstancias imposibles desde el punto de vista de Dios nos ayuda a poner en su correcta perspectiva los problemas gigantes. Una vez que los identificamos podremos pelear mejor.
Cuán interesado estaba David en afirmar el honor de Dios y de Israel contra el desvergonzado reto de este gigante. Parece ser que fueron dos consideraciones las que hicieron hervir la santa indignación de David:
1. Que el retador era un incircunciso, un filisteo pagano, extraño al verdadero Dios y a su pacto.
2. Que los retados eran los ejércitos del Dios vivo, dedicados a Él, empleados por Él y para Él, de forma que la afrenta hecha a ellos afectaba de rechazo a Dios mismo, y esto no lo podía soportar David. Por eso, cuando le notificaron la recompensa ofrecida por matar al filisteo, preguntó a otros con el mismo interés, y a la espera de que sus palabras llegaran finalmente a los oídos de Saúl.
El hecho de que Goliat hubiera desafiado a Israel por cuarenta días tiene significado. Cuarenta en las Escrituras tiene que ver con prueba. Se menciona por primera vez en la Biblia en Génesis 7:12, donde llueve por cuarenta días y noches. Son nueve las ocasiones en la Biblia donde se menciona, la última vez en Hechos 1:3, donde Jesús continuaba con los discípulos por cuarenta días después de su resurrección, como una prueba de su vida en un cuerpo glorificado.
Y los ejércitos se miraban de cerca, pero ninguno de los dos se atrevía a tomar la iniciativa de atacar. Al gigante Goliat se llamaba “un paladín”. La palabra quiere decir “un hombre en medio”. Es un representante o árbitro entre dos. Los israelitas tendrían que escoger a un hombre que pudiera pelear con Goliat y el resultado de este conflicto determinaría qué ejército ganaría. Aquí vemos una ilustración del conflicto nuestro en el cual nadie es capaz de salir a enfrentarse personalmente al enemigo. Y vino el Hijo de David en el nombre del Dios viviente y venció, “para destruir por medio de la muerte al que tenía el dominio sobre la muerte, este es el diablo” (Hebreos 2:14). ¡Y por cuanto él ganó la batalla, nosotros ganamos siendo él nuestro representante, nuestro paladín! Gloria a Dios.
Continuará…..
Dios los guarde y los proteja siempre.
Pastor Kike Escobar (WMF)
Unidad Internacional de Oración (UIO)
Restoration Church UK
www.kikeescobar.com
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