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Foto del escritorPs. Kike Escobar

Pasiones que consumen vidas

1 Samuel 22:6-20


“Mientras estaba sentado a la sombra de un árbol en la colina de Guibeá, Saúl se enteró de que su ejército había oído de David y sus hombres. Con su lanza en la mano se dirigió a los oficiales que estaban a su alrededor: ¡Escuchen bien, hombres de Benjamín! ¿Creen que el hijo de Isaí les dará campos y viñedos? ¿Creen que David les dará ascensos y los hará oficiales de centenares y miles de hombres? ¡Ustedes están conspirando contra mí! Han hecho planes en secreto. Ninguno de ustedes me advirtió sobre mi hijo Jonatán ni que había hecho un pacto con el hijo de Isaí. Nadie cuida mis intereses. Ninguno me dijo que mi propio hijo anima a David a esconderse y atacarme. Eso es lo que está pasando ahora.


Doeg el edomita, que se encontraba entre los oficiales dijo: Yo vi al hijo de Isaí en Nob cuando fue a ver a Ajimélec hijo de Ajitob. Ajimélec oró al Señor por David y le dio provisiones y la espada de Goliat. Entonces el rey Saúl mandó llamar al sacerdote Ajimélec hijo de Ajitob y a todos sus parientes, que eran sacerdotes en Nob. Cuando llegaron, Saúl le dijo a Ajimélec: Escucha, hijo de Ajitob. Sí, señor respondió Ajimélec. ¿Por qué tú y el hijo de Isaí conspiran contra mí? Preguntó Saúl. Le diste pan y una espada, y oraste por él. ¡Y ahora está por atacarme! David le es fiel a usted, respondió Ajimélec. Ninguno de sus oficiales es tan fiel como él. Además, es su yerno y capitán de su guardia. La propia familia de usted lo respeta. No es la primera vez que oro por David ni mucho menos. No se me culpe a mí ni a mi familia, ya que somos sólo sus siervos y no sabemos nada de este asunto.


Pero el rey dijo: ¡Tú y tu familia morirán! En ese momento, el rey ordenó a los guardias que lo acompañaban: ¡Maten a los sacerdotes del Señor porque están de parte de David! Sabían que David estaba huyendo y aun así no me avisaron. Pero los oficiales del rey no se atrevían a hacerles daño a los sacerdotes del Señor. Así que el rey le ordenó a Doeg que los matara. Ese día Doeg el edomita mató a ochenta y cinco sacerdotes. Mató a toda la gente de Nob, el pueblo de los sacerdotes. A filo de espada mató a hombres, mujeres, niños y bebés. También mató al ganado, los asnos y las ovejas. Sin embargo, Abiatar, uno de los hijos de Ajimélec, escapó hasta donde estaba David. Abiatar le avisó a David que Saúl había matado a los sacerdotes del Señor. Entonces David le dijo a Abiatar: Yo soy el responsable por la muerte de tu familia. Cuando vi a Doeg el edomita en Nob aquel día, supe que le avisaría a Saúl. Pero no tengas miedo, quédate conmigo. El hombre que trató de matarte es el mismo que quiere matarme a mí. Yo te protegeré si te quedas aquí”.


En esta horrible historia hay un trágico ejemplo de cómo se trastorna nuestra percepción cuando nos dejamos arrastrar por los celos y la envidia. Saúl inventa su propia realidad, utiliza este mito para condenar a sus propios siervos y ordena la muerte de los sacerdotes de Dios y sus familias.


¿Por qué Saúl mandó a matar a sus sacerdotes? Saúl sospechaba que había una conspiración entre Jonatán, David y los sacerdotes. Su sospecha provino del informe de Doeg de que vio a David hablando con Ahimelec, el sumo sacerdote, y que recibió de él alimentos y armas. La acción de Saúl mostró su inestabilidad mental y emocional y lo lejos que andaba de Dios.


¿Por qué permitió Dios la matanza de ochenta y cinco sacerdotes inocentes? La muerte de esta gente sirvió para ilustrar de manera dramática a la nación hasta dónde un rey puede convertirse en un tirano malvado. ¿Dónde estaban los consejeros de Saúl? ¿Dónde estaban los ancianos de Israel? Algunas veces Dios permite que el mal se desarrolle para enseñarnos a no permitir que sistemas malvados florezcan. Servir a Dios no es obtener un boleto de riqueza, éxito ni salud. Los que permanezcan fieles a lo largo de sus pruebas experimentarán grandes bendiciones en el día venidero.


La amargura y la venganza de este hombre Saúl fue terrible. La amargura es algo de la cual debemos tener mucho cuidado. El escritor a los Hebreos en el capítulo 12:15, nos advirtió al respecto diciendo: “Mirad bien, para que ninguno deje de alcanzar la gracia de Dios, y para que no brote ninguna raíz de amargura que os perturbe, y contamine a muchos”. Cuando la amargura entra en los corazones de los hijos de Dios y toma posesión de la personalidad de alguien es algo feroz y terrible. Y eso es lo que sucedió aquí en el caso de Saúl. Él era definitivamente un hombre de Satanás. Es por eso que uno no puede estar demasiado seguro en cuanto a la salvación de personas, aunque incluso profesen ser creyentes y parezcan estar activas en la obra del Señor, cuando las vemos motivadas por un amargo rencor arraigado en su espíritu. En verdad, es difícil arrancar la cizaña, distinguiéndola del trigo en un tiempo como este. Tal fue el caso aquí con Saúl.


Otra vez el relato nos ha llevado a contemplar la tragedia de la vida de Saúl. Era un prisionero de esas pasiones que consumen vidas. Los celos, la envidia, el rencor le empujaban por una pendiente, por la cual se precipitaba, cada vez más velozmente, hacia un abismo. Y su odio nos deja con una sensación de impotencia y no solo por el sufrimiento que provocó en otros, sino por el daño que sufría él mismo. Es la misma sensación de impotencia, que sentimos hoy al ver la agresividad de muchos que se revuelven ferozmente, encadenados por sentimientos que no pueden controlar. Únicamente Jesucristo, que llevó sobre la cruz nuestros pecados y resucitó en victoria sobre la muerte y las fuerzas esclavizadoras del mal, puede poner remedio a esa situación sin salida. Recordemos que Jesucristo, en uno de Sus primeros mensajes, pronunciado precisamente en un centro religioso dijo que, “el Espíritu le había enviado a sanar a los quebrantados de corazón, y a pregonar libertad para los cautivos”. Estimado amig@, cualquiera sea su situación, el mensaje de Jesucristo es para usted, y el poder de Su Evangelio puede ser una realidad ahora mismo, si usted le deja entrar en su vida, y sanar toda herida, quebrantar todas las cadenas, y transformarle en un ser libre para amar a Dios y a sus semejantes.


Dios los guarde y los proteja siempre.


Pastor Kike Escobar (WMF)

Unidad Internacional de Oración (UIO)

Restoration Church UK

www.kikeescobar.com

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