1 Crónica 22:2-5
“De modo que David dio órdenes para reunir a los extranjeros que vivían en Israel, y les encargó la tarea de preparar piedras talladas para construir el templo de Dios. David proporcionó grandes cantidades de hierro para los clavos que se necesitaría para las puertas de las entradas y los herrajes, y dio tanto bronce que no se podía pesar. También proveyó innumerables troncos de cedro, porque los hombres de Tiro y de Sidón habían llevado grandes cantidades de cedro a David.
David dijo: Mi hijo Salomón es aún joven y sin experiencia. Ya que el templo que se edificará para el Señor debe ser una estructura magnífica, gloriosa y reconocida en el mundo entero, comenzaré a hacer los preparativos desde ahora. Así que antes de morir, David reunió una enorme cantidad de materiales de construcción”.
Del trágico error de David surgió la compra de un terreno que sería el sitio del templo, el símbolo de la presencia de Dios entre Su pueblo. Cada vez que el pueblo fuera al templo recordaría que Dios es su verdadero Rey y que todos, incluso su rey humano, es falible y sujeto al pecado. Dios puede utilizar hasta nuestros pecados para propósitos buenos, si estamos arrepentidos y buscamos su perdón. Cuando confesamos nuestros pecados, se abre el camino para que Dios saque una buena obra de una situación mala.
Este capítulo no tiene contrapartida en 1 y 2 Samuel. Parece que estos acontecimientos ocurrieron durante el breve período cuando David y Salomón reinaron juntos. Aunque David no iba a construir el templo, se esforzó mucho en los preparativos.
Las frases sin medida y no hay cuenta, nos ayudan a comprender las enormes cifras que se mencionan en 1 y 2 Crónicas. Por ejemplo, cien mil talentos de oro (3,750 toneladas) y un millón de talentos de plata (37,500 toneladas), ¡Hacen un total de 41,250 toneladas de metales preciosos! Para algunos estas cantidades parecen exageraciones. Sin embargo, el reconocimiento de que algo es “sin medida” o que “no hay cuenta”, implica que David estaba dando un estimado general, no una cifra exacta. Además, otros factores, como las equivalencias de los pesos y medidas, pueden ser diferentes. De todas formas, la intención del pasaje es mostrar cómo el Señor bendijo a David con abundantes recursos para construir el templo. Si Salomón buscaba al Señor, sería prosperado y bendecido en sus esfuerzos por construir el templo.
Podemos observar aquí el valor de una ofrenda, considero que después de la ofrenda de Jesús en la cruz del Calvario, la ofrenda del Rey David para el templo, es la mas valiosa. También debemos evaluar que no es la cantidad, sino la actitud del corazón. Muchos prefieren estar en escases por no sembrar en la obra y en Dios. Aquí vemos un corazón adorando “sin medida” a Dios.
Los árboles de Cedro de Líbano eran legendarios por su excelente madera. Esto significa que David (y Salomón después de él) querían construir el templo con los mejores materiales posibles. También significa que estaban dispuestos a construir este gran templo de Dios con madera “gentil” y utilizando obreros “gentiles”. Este era un templo para el Dios de Israel, pero no solo era para Israel, fue un templo para todo el mundo de esa época. Los judíos construyeron el tabernáculo de Moisés, sin embargo, el templo para el Dios de Israel fue construido con la ayuda de los gentiles, personas que no eran judías. Ellos junto con nosotros, conformamos la Iglesia de Dios, maravilloso esto.
Podemos imaginar al viejo David y al joven Salomón compartiendo juntos planes e ideas para el templo con gran emoción. David sabía que no le correspondía construirlo, pero tenía la visión correcta de lo que el templo debía ser en términos generales, y le pasó esa visión a su hijo.
Y David antes de su muerte hizo preparativos en gran abundancia: Esto indica que David estuvo en paz con la idea que él mismo no podía construir el templo y se contentó con preparar el camino para que su hijo lo construyera exitosamente. “Esta es la imagen de un hombre que a través del estrés y la tormenta había encontrado su lugar en la tranquila y calmada seguridad de su lugar en la economía divina. Es una condición de paz y poder.
Dios dijo a David que él no sería el que construiría el templo. En su lugar, la tarea sería para su hijo Salomón. David aceptó con gracia este “no” de Dios. No se sintió celoso por el hecho de que su hijo fuera a tener el honor de construir el templo de Dios, sino que hizo todos los preparativos para que Salomón llevara a cabo su tarea. De la misma manera, debemos dar los pasos para preparar el camino de nuestros hijos para que encuentren y cumplan el llamado de Dios en sus vidas. Tarde o temprano nuestros hijos tendrán que tomar sus propias decisiones, pero podemos ayudarlos al proporcionarles las herramientas apropiadas: enseñándoles cómo orar, cómo estudiar la Palabra de Dios, la diferencia entre el bien y el mal y la importancia de participar en la iglesia.
Dios los guarde y los proteja siempre.
Pastor Kike Escobar (WMF)
Fundación ONG
Unidad Internacional de Oración (UIO)
Restoration Church UK
www.kikeescobar.com
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