Lucas 19:1-6
“Jesús llegó a Jericó y comenzó a atravesar la ciudad. Resulta que había allí un hombre llamado Zaqueo, jefe de los recaudadores de impuestos, que era muy rico. Estaba tratando de ver quién era Jesús, pero la multitud se lo impedía, pues era de baja estatura.
Por eso se adelantó corriendo y se subió a un árbol para poder verlo, ya que Jesús iba a pasar por allí. Llegando al lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: Zaqueo, baja en seguida. Voy a quedarme hoy en tu casa. Así que se apresuró a bajar y, muy contento, recibió a Jesús en su casa.
Al ver esto, todos empezaron a murmurar: Ha ido a hospedarse con un pecador. Pero Zaqueo dijo resueltamente: Mira, Señor: Ahora mismo voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes, y si en algo he defraudado a alguien, le devolveré cuatro veces la cantidad que sea. Hoy ha llegado la salvación a esta casa, le dijo Jesús, ya que este también es hijo de Abraham. Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido”.
Para financiar su gran imperio mundial, los romanos cargaron de impuestos elevados a las naciones que estaban bajo su dominio. Los judíos se oponían a estos impuestos porque servían para apoyar a un gobierno secular y a sus dioses paganos, pero aun así estaban obligados a pagar. Los cobradores de impuestos eran las personas más impopulares en Israel. A los judíos por nacimiento que optaban trabajar para los romanos se les consideraba traidores. Además, era sabido por todos, que los cobradores de impuestos se enriquecieron a expensas de sus compatriotas.
No sorprende, por lo tanto, que las multitudes se sintieron molestas cuando Jesús visitó a Zaqueo, un cobrador de impuestos. A pesar de que Zaqueo era deshonesto y traidor, Jesús lo amaba y, en respuesta, el pequeño recaudador de impuestos se convirtió. En toda sociedad ciertos grupos de personas se consideran intocables ya sea por su opinión política, conducta inmoral o forma de vivir. No debemos ceder a la presión social y evadir a este tipo de personas. Jesús las ama y estas necesitan oír sus buenas nuevas de salvación.
Por la reacción de la gente se puede juzgar que Zaqueo fue, sin duda, un torcido publicano. Sin embargo, después de su encuentro con Jesús llegó a la conclusión de que su vida necesitaba que la enderezaran. Al dar a los pobres y restituir con intereses generosos a los que defraudó, Zaqueo demostró mediante acciones externas el cambio interno que experimentó. No es suficiente seguir a Cristo de corazón. Debe mostrar su cambio de vida mediante una nueva conducta. ¿Traduce su fe en acciones? ¿Qué cambios necesita hacer?
Zaqueo era bajito, tenía una limitación, podría haberse rendido fácilmente y haber sentido lástima de sí mismo. En cambio, se subió a un árbol y tuvo una vista estupenda de Jesús, quizás la mejor. Su limitación se convirtió en una ventaja. Comprendió que Dios lo había creado como era a propósito. Debemos entender que nuestro Padre Celestial nos ha hecho como somos con un propósito. Hemos de aceptarnos tal como somos.
Debemos enfocarnos en nuestros talentos y dones. Neguémonos a sentir lástima de nosotros mismos. Sacudámonos la autocompasión. Concentrémonos en ser todo aquello para lo que Dios nos creó. Si vivimos de esa manera, en fe y sin rendirnos como Zaqueo, Dios volverá nuestras limitaciones y discapacidades en ventajas para nuestro bien. Él tomará toda piedra de tropiezo y la convertirá en un escalón. No hay limitaciones para nuestro amado Dios, ¡Tenemos todo lo que necesitamos para alcanzar el éxito en nuestras vidas!
Dios los guarde y los proteja siempre.
Un abrazo.
Pastor Kike Escobar (WMF)
Unidad Internacional de Oración (UIO)
Restoration Church UK
www.kikeescobar.com
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