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Foto del escritorPs. Kike Escobar

Tiempo de reino, tiempo de gratitud

2 Samuel 2:1-7


“Después de esto aconteció que David consultó al Señor, diciendo: ¿Subiré a alguna de las ciudades de Judá? Y el Señor le respondió: Sube. David volvió a decir: ¿A dónde subiré? Y él le dijo: A Hebrón. David subió allá, y con él sus dos mujeres, Ahinoam jezreelita y Abigail, la que fue mujer de Nabal el de Carmel. Llevó también David consigo a los hombres que con él habían estado, cada uno con su familia; los cuales moraron en las ciudades de Hebrón. Y vinieron los varones de Judá y ungieron allí a David por rey sobre la casa de Judá.


Y dieron aviso a David, diciendo: Los de Jabes de Galaad son los que sepultaron a Saúl. Entonces envió David mensajeros a los de Jabes de Galaad, diciéndoles: Benditos seáis vosotros del Señor, que habéis hecho esta misericordia con vuestro señor, con Saúl, dándole sepultura. Ahora, pues, Jehová haga con vosotros misericordia y verdad; y yo también os haré bien por esto que habéis hecho. Esfuércense, pues, ahora vuestras manos, y sed valientes; pues muerto Saúl vuestro señor, los de la casa de Judá me han ungido por rey sobre ellos”.


Después que Saúl y Jonatán murieron, aunque David sabía que había sido ungido para ser rey, no se apresuró a enviar mensajeros por todos los términos de Israel para convocar al pueblo a fin de que todos le juraran homenajes de sumisión. Muchos habían venido en su ayuda, de varias tribus, mientras él permanecía en Siclag, y con tales fuerzas bien podía haber conquistado el trono. Pero todo el que haya de gobernar con mansedumbre no subirá al poder por la violencia.


En tan crítica coyuntura, David buscó y halló la dirección de Dios. No dudaba del éxito, pero aun así, echó mano de los medios adecuados, tanto divinos como humanos. Consultó al Señor en la forma de costumbre, pues el único sacerdote sobreviviente Abiatar, estaba con él. Hemos de dirigirnos al Señor, no solo cuando estamos en apuros, sino también cuando nos sonríen las circunstancias y actúan a nuestro favor las causas segundas. Antes de que avancemos a lo que nos parece obvio, primero lleve el asunto ante Dios, que es el único que conoce el mejor momento.


Su pregunta fue: ¿Subiré a alguna de las ciudades de Judá? Aunque Siclag estuviese en ruinas, él no pensaba marcharse de allí sin la dirección de Dios. Dios, conforme a su promesa, le dio las instrucciones precisas, y le indicó que la ciudad a la que había de subir era Hebrón, ciudad muy importante por varias razones: Allí había construido Abraham un altar, allí había recibido la visita de mensajeros celestiales, allí habían recibido sepultura los restos de los patriarcas, era ciudad sacerdotal y una de las ciudades de refugio; así lo fue para David, como una insinuación de que Dios mismo sería para él refugio y santuario. Además, Hebrón era la ciudad más grande de Judá en ese tiempo, era segura contra los ataques, estaba localizada cerca del centro del territorio de Judá, y muchas rutas principales de comercio convergían en Hebrón, haciendo de esta manera difícil el corte de las líneas de suministro.


La tribu de Judá coronó públicamente a David como su rey. Samuel había ungido rey a David muchos años antes, pero la unción había sido llevada a cabo en privado. Esta coronación fue como una toma de posesión de un funcionario público que ya había sido elegido para ese puesto. Sin embargo, el resto de Israel, no aceptó el reinado de David durante siete años y medio. Es será un tiempo de Reino.


La tribu de Judá se había mantenido con frecuencia como un cuerpo aparte, y así había sido contada en tiempo de Saúl. Por ello los hombres de esta tribu estaban ya acostumbrados a actuar separadamente, y así lo hicieron en esta ocasión. No obstante, no intentaron ungirle por rey sobre todo Israel, sino solo sobre la casa de Judá. Tres veces fue David ungido como rey: La primera, en vida de Saúl, como “con derecho a sucesión”; la segunda aquí, sobre una tribu, ya en pleno gobierno; la tercera, sobre todo Israel. Así también el reino del Mesías, el Hijo de David, se establece por grados: Primero, es designado por Dios (Salmo 110:1); después, es manifestado públicamente (Hechos 2:36); finalmente, reinará sobre todo el mundo con cetro de hierro (Apocalipsis 11:15), pues ahora todavía no vemos que todas las cosas le estén sometidas (Hebreos 2:8).


En su traslado a Hebrón, se preocupó por su familia y sus amigos. Tomó consigo a sus mujeres para que le acompañasen en el reino, así como le habían acompañado en la tribulación. Parece ser que no tenía hijos todavía, pues el primogénito le nació en Hebrón. También tomó consigo a sus amigos y seguidores, los que antes eran afligidos y amargados. Le habían acompañado cuando era un vagabundo, y, por consiguiente, cuando él pudo tener una residencia fija, ellos se establecieron con él. Esto llama gratitud. Este será un tiempo de gratitud.


David envía un respetuoso mensaje a los hombres de Jabés de Galaad para darles las gracias por la misericordia que habían mostrado con Saúl. No deja de honrar la memoria de su predecesor, con lo que muestra que no desea la corona por ambición o por enemistad hacia Saúl, sino solo por designación de Dios. En su mensaje, sugirió además que siguieran el ejemplo de Judá y lo reconocieran como su rey. Jabes de Galaad se localizaba al norte de la tierra de Galaad, y David buscaba con esto obtener el apoyo de las diez tribus restantes que no lo habían reconocido todavía como rey.


Pide a Dios que les bendiga y les recompense por ello, así como él mismo les ha de recompensar. No se contenta con desearles las bendiciones de Dios, sino que pasa de las palabras a los hechos. Los buenos deseos son cosa buena y señales de agradecimiento, pero resultan muy baratos cuando no hay posibilidades para hacer algo más.


Dios los guarde y los proteja siempre.


Pastor Kike Escobar (WMF)

Unidad Internacional de Oración (UIO)

Restoration Church UK

www.kikeescobar.com

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