Un instrumento elegido
Hechos 9:10-19
“Ahora bien, había un creyente en Damasco llamado Ananías. El Señor le habló en una visión, lo llamó: ¡Ananías! ¡Sí, Señor! respondió. El Señor le dijo: Ve a la calle llamada Derecha, a la casa de Judas. Cuando llegues, pregunta por un hombre de Tarso que se llama Saulo. En este momento, él está orando. Le he mostrado en visión a un hombre llamado Ananías que entra y pone las manos sobre él para que recobre la vista.
¡Pero Señor! exclamó Ananías, ¡he oído a mucha gente hablar de las cosas terribles que ese hombre les ha hecho a los creyentes de Jerusalén! Además, tiene la autorización de los sacerdotes principales para arrestar a todos los que invocan tu nombre. Pero el Señor le dijo: Ve, porque él es mi instrumento elegido para llevar mi mensaje a los gentiles y a reyes, como también al pueblo de Israel. Y le voy a mostrar cuánto debe sufrir por mi nombre.
Así que Ananías fue y encontró a Saulo, puso sus manos sobre él y dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, quien se te apareció en el camino, me ha enviado para que recobres la vista y seas lleno del Espíritu Santo. Al instante, algo como escamas cayó de los ojos de Saulo y recobró la vista. Luego se levantó y fue bautizado. Después comió algo y recuperó las fuerzas. Saulo se quedó unos días con los creyentes en Damasco”.
No cabe duda de que Ananías es uno de los héroes olvidados de la Iglesia Cristiana. Si es verdad que debemos Pablo a la oración de Esteban, también lo es que se lo debemos a la obediencia y comportamiento fraternal de Ananías.
Ananías recibió el mensaje del Señor de que fuera a ayudar a Saulo; tenía que ir a la calle que llamaban La Derecha. Era esta una calle importante que cruzaba Damasco de Este a Oeste. Estaba dividida a lo largo en tres partes: una central, por la que discurría el tráfico, y dos laterales para los que iban a pie, en las que los mercaderes ponían sus puestos y vendían sus mercancías. Cuando Ananías recibió aquel mensaje, le parecería sumamente extraño. Habría sido normal que se llegara a Saulo con toda clase de recelos, emprendiendo de mala gana una tarea desagradable; y podría haberse dirigido a él con recriminaciones. Pero, no; sus primeras palabras fueron: ¡Hermano Saulo! ¡Qué maravillosa bienvenida! Es uno de los más sublimes ejemplos de amor cristiano, del sentimiento que Cristo puede producir. En Cristo se encontraron Saulo y Ananías, dos hombres que habrían sido enemigos irreconciliables, pero que se reconocieron como hermanos.
Ananías obedeció a Dios y ministró a Saulo. No debemos limitar a Dios; Él puede hacer cualquier cosa. Debemos obedecer, siguiendo la dirección de Dios, aunque debamos enfrentarnos a personas y lugares difíciles.
El cristianismo no solo incluye grandes bendiciones, sino también grandes sufrimientos. Pablo sufriría por la fe. Dios nos llama a una entrega, no a una vida cómoda. Promete estar con nosotros en medio del sufrimiento y las dificultades, no librarnos de ellos.
El que había sido perseguidor, será perseguido. Los que llevan el nombre de Jesús han de esperar también llevar la cruz por su nombre; y los que más hacen por Cristo son llamados con frecuencia a sufrir más por Él.
El nombre Ananías significa “Dios es piadoso”, y es precisamente la misericordia de Dios la que lleva a Ananías a cumplir con misión tan difícil. Cuando tú eres un instrumento útil en las Manos de Dios, Su piedad te alcanzará y hará de ti esa persona que necesita para extender Su maravilloso Reino.
Feliz día, Dios los guarde y los proteja siempre.
Una abrazo.
Comments