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Foto del escritorPs. Kike Escobar

Una amistad en el Señor

1 Samuel 23:15-18


“David se encontraba en Hores en el desierto de Zif. Tenía miedo porque Saúl venía a matarlo. Pero Jonatán, el hijo de Saúl fue a Hores para ver a David y lo animó a tener más confianza en el Señor. Jonatán le dijo a David: No tengas miedo, mi papá no te hará ningún daño. Tú serás el rey de Israel, y yo seré tu segundo. Hasta mi papá lo sabe.


Jonatán y David hicieron un pacto ante el Señor. Luego Jonatán se regresó a su casa y David se quedó en Hores”.


David estableció su morada en el desierto, en un monte, en Hores (que significa bosque), en el desierto de Zif. No reunió sus tropas para ir contra Saúl y sorprenderle con una estrategia u otra y poner así punto final a su peligrosa situación y a las calamidades del país bajo el tiránico gobierno de Saúl. David decide ir por el camino de Dios, espera el tiempo de Dios y se contenta con resguardarse en bosques y desiertos. ¿Qué diremos a esto? Que sirva de lección incluso a hombres grandes y activos, a fin de que se refrenen y se limiten a la vida privada cuando las circunstancias lo demanden, y a todos nosotros nos estimule a sentir anhelo por aquel Reino en el que la bondad estará por siempre en gloria y la santidad tendrá su honor.


La verdadera amistad no se escabulle ante el peligro, sino que se aventura osadamente; ni rehúye condescender, sino que fácilmente se agacha y cambia las comodidades de un palacio por las molestias de un bosque, para ayudar a un amigo. Solamente volver a ver a Jonatán fue bastante para hacer revivir a David. Como amigo piadoso, fortaleció su mano en Dios. Aunque David era un buen creyente, necesitaba la ayuda de sus amigos para perfeccionar lo que le faltaba a su fe; y en esto le ayudó Jonatán grandemente, trayéndole a la memoria las promesas de Dios.


Jonatán no estaba en condiciones de hacer nada para fortalecer a David, pero le aseguró que Dios sí podía hacerlo. Como amigo generoso, tomó contentamiento en la perspectiva de la promoción de David a un honor que pertenecía por nacimiento al propio Jonatán. Como amigo constante, renovó el pacto de amistad con él. El verdadero amor se goza en repetir sus compromisos. Nuestro pacto con Dios debería ser renovado con frecuencia, y con ello se conservaría mejor nuestra comunión con Él. A continuación, Jonatán y David se separaron el uno del otro y nunca más volvieron a encontrarse en este mundo.


Esta quizás fue la última vez en que estuvieron juntos, David y Jonatán. Como verdaderos amigos eran algo más que simples compañeros que disfrutaban la compañía mutua. Alentaban la fe del otro en Dios y se confiaban sus pensamientos más profundos y sus más íntimos secretos. Esas son señales de una verdadera amistad.


Nosotros, en la iglesia, debemos ser fortalecidos con poder por el Espíritu Santo en nuestro ser interior y allí, si podríamos decir “¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece!”. Jonatán anima a David y le exhorta a no estar afanoso por cuatro razones. Saúl no le encontraría, iba a reinar y Jonatán le ayudaría, y Saúl bien sabía que todo esto ya estaba dispuesto por Dios.


Proverbios 27:9


“El aceite y el perfume alegran el corazón; y la dulzura de un amig@, más que el consejo del alma”.


“El perfume y los aromas alegran el corazón; el consejo del amigo alegra la vida”.


¡Cómo nos refresca una verdadera amistad, especialmente cuando es en el Señor!


Dios los guarde y los proteja siempre.


Pastor Kike Escobar (WMF)

Unidad Internacional de Oración (UIO)

Restoration Church UK

www.kikeescobar.com

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