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Foto del escritorPs. Kike Escobar

Una ley de vida

Ester 8:17


“En cada provincia y en cada ciudad adonde llegó el mandato del rey y su decreto, los judíos tuvieron alegría y gozo, banquete y día de placer. Y muchos de entre los pueblos de la tierra se hacían judíos, pues el temor de los judíos se había apoderado de ellos”.


Observamos aquí que por temor, muchos se hicieron judíos, es decir, que aceptaron su religión. La nación de Israel fue un mejor testigo ante el mundo que el mérito que le hemos reconocido.


El acontecimiento clave de estos últimos devocionales fue la caída del malvado Amán en desgracia. Habiendo subido tanto en su posición social y política, hasta llegar al cargo de primer ministro, su caída fue vertiginosa y espectacular, en unas pocas horas, terminando su vida ahorcado como el criminal que realmente era. En contraste, vimos la trayectoria ascendente de Mardoqueo, un hombre honrado, fiel a sus convicciones religiosas, leal a su soberano y a su pueblo, hasta llegar a ocupar el cargo más alto del reino, después de los reyes.


Amán murió en la misma noche y en la misma horca que él había construido para Mardoqueo. Esta es la revelación de una gran verdad que se halla presente por toda la Palabra de Dios. El apóstol Pablo la enunció para los cristianos en Gálatas 6:7, donde dijo lo siguiente: “No os engañéis, Dios no puede ser burlado. Pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará”. ¿No es interesante que la horca que Amán había preparado para ahorcar a un hombre inocente fuera la misma horca en la que él sería ahorcado?


En el Antiguo Testamento, hemos visto que el patriarca Jacob pasó por esa experiencia. Engañó a su padre, se puso las ropas de su hermano Esaú y el anciano Isaac las olió y dijo: “huele como mi hijo Esaú”. Y Jacob se puso en sus manos una piel de cabritos y el anciano Isaac, que estaba ciego, extendió su mano tocando las de Jacob y dijo: “estas son las manos de Esaú”. Jacob se creía muy inteligente. Él era un hombre de Dios, pero Dios no le dejaría salirse con la suya. Un día, cuando él era anciano y el padre de doce hijos, estos le trajeron una túnica de muchos colores, manchada con la sangre de un cabrito y le dijeron: ¿es esta la túnica de tu hijo? Y Jacob se derrumbó y lloró. Él también fue engañado con respecto a José, su hijo favorito.


El apóstol Pablo, supo mucho de cómo opera esta ley de vida en su propia experiencia. Él fue el hombre que aparentemente dio la orden para el apedreamiento o lapidación del Esteban; significativamente, los que le apedrearon pusieron las ropas de Esteban a sus pies. Pero no pudo evitar las consecuencias. Alguien podría decir: “bueno, pero él se convirtió a Cristo y sus pecados fueron perdonados”. Sí, fueron perdonados, pero tendría que sufrir las consecuencias de sus pecados. Aquello que uno siembra, eso mismo segará. Y Pablo recogería su propia cosecha. En su primer viaje misionero, fue al país de Galacia y llegó a la ciudad de Listra, donde fue apedreado y lo dejaron casi por muerto.


Así que Pablo experimentó en carne propia la verdad de estas palabras: “Todo lo que el hombre siembre, eso también segará”. Es que Dios no puede ser burlado. Y volviendo a nuestra historia, vemos entonces a esta ley de vida cumpliéndose en la vida y conducta de estos hombres, de carácter opuesto, que cosecharon cada uno, de acuerdo con la semilla que habían sembrado.


Estimad@ amig@, es necesario tomar en serio la Palabra de Dios, porque además de describir acertadamente la realidad humana, hemos visto que lo que la Palabra de Dios anuncia, se cumple. Por eso te invitamos a dirigirte a Dios por el único camino que la Palabra señala, y que es Jesucristo. Su muerte en la cruz por mis pecados y los suyos, y la victoria de Su resurrección, abrieron un acceso directo a Dios. Si usted confía en Él, como Él llevó su pena, su castigo, quedará libre de toda condenación por la gracia de Dios y obtendrá la vida eterna. De esa manera, en su paso por este mundo, y bajo el control del Espíritu Santo de Dios, podrá ser usted un sembrador sabio, que reciba la bendición de Dios en la recolección de una abundante cosecha. Amén.


Un abrazo.


Pastor Kike Escobar (WMF)

Unidad Internacional de Oración (UIO)

Restoration Church UK

www.kikeescobar.com

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