2 Samuel 1:1-16 (Por favor leer todo el texto Bíblico antes de continuar leyendo el devocional)
David fue un hombre que tenía una gran fe en Dios. Esperaba que Dios cumpliera sus promesas. El primer libro de Samuel nos relata las luchas de David mientras esperaba ser rey de Israel (Samuel lo había ungido como rey de Israel muchos años antes). El rey Saúl comenzó a sentir celos de David debido a que el pueblo le estaba prodigando grandes alabanzas por sus hazañas. A la larga, los celos de Saúl llegaron a ser tan intensos que intentó matarlo. Como consecuencia, David tuvo que huir y esconderse. Por muchos años, David se escondió de Saúl en territorio enemigo, y en el árido desierto que estaba al sureste de Jerusalén. Quizá David se preguntó si la promesa de Dios de ser rey alguna vez se haría realidad, pero sus luchas lo prepararon para las grandes responsabilidades a las que se enfrentaría más tarde. El segundo libro de Samuel nos habla de cómo David fue finalmente recompensado por su paciencia, y su firme fe en Dios.
Algunos se preguntan si este Amalecita dijo la verdad. Dijo que “piadosamente” terminó con la vida de Saúl después de que el rey se había herido de muerte. Puede ser que simplemente haya sido el primero en toparse con el cadáver de Saúl y tomó la corona real y su argolla para recibir la recompensa de David. Toda esta historia que cuenta el joven es un invento: En muchos detalles es manifiestamente contradictoria. No hay ningún hecho en el caso más que lo que trajo: la corona, o diadema, y las argollas de Saúl; las cuales, como parece ser un saqueador de los caídos, se encontró en el campo de batalla; los llevaron a David, y contó la mentira de haber matado a Saúl solo para congraciarse con David. Podemos concluir que esta era una mentira porque 1 de Samuel 31:5, dice que el escudero de Saúl vio que estaba muerto, se echó sobre su espada y murió con él.
Podemos imaginar con facilidad al Amalecita sonriendo mientras decía esto, asumiendo que David se alegraba de que su enemigo y rival estaría muerto. Ahora David podría tomar la corona real y la argolla y usarlas él mismo.
Cuando David se enteró de la muerte de Saúl, lloró. Pudiéramos haber esperado una celebración por la muerte de este gran enemigo y rival, pero David y sus hombres lloraron. Por pura envidia, odio, rencor, e impiedad, Saúl le arrebató a David a su familia, hogar, carrera, seguridad, y los mejores años de su vida, y Saúl permaneció sin arrepentirse hasta el final. Sin embargo, David y sus hombres lloraron y lamentaron y ayunaron cuando se enteraron de su muerte.
El contraste demuestra poderosamente que nuestro odio, amargura, y falta de perdón es una elección, no nos son impuestos. A pesar de todo lo que Saúl hizo contra David, él escogió convertirse en un hombre mejor que en un hombre amargado. Y lo mismo hicieron los hombres que estaban con él: Estos hombres tenían sus propias razones para odiar Saúl, pero siguieron el ejemplo de su líder, David, y respondieron al odio y al veneno de Saúl con amor.
La tristeza de David fue primero por Saúl, pero también lo fue por su gran e íntimo amigo Jonatán. Pero más que eso, era por el pueblo de Dios como un todo, pues estaban en una posición peligrosa y desesperada debido a la muerte del rey y a la derrota ante los Filisteos.
David escuchó estas noticias que cambiarían su vida, noticias de cambio, ahora el trono de Israel estaba vacante, y pareció que la unción real que recibió alrededor de 20 años atrás, podría cumplirse con la corona puesta sobre su cabeza. Sin embargo, David expresó pensar poco en sí mismo “Su generosa alma, ajena a sí mismo, derramó muchas de las más nobles lágrimas que se derramaron por Saúl. Y por Jonatán su hijo, y por el pueblo del Señor, y por la casa de Israel, porque habían caído a espada”.
¿Cómo no tuviste temor de extender tu mano para matar al ungido del Señor? A pesar de las muchas oportunidades que tuvo para defenderse legítimamente, David se rehusó a alcanzar y destruir a Saúl. David sabía que como Dios puso a Saúl en el trono, era el trabajo de Dios terminar su reino, y ay de aquel hombre que levante su mano para destruir a un líder designado por Dios. Esto muestra que el dolor de David por Saúl era real. No se puso una falsa careta de dolor y después honró secretamente al hombre que mató a Saúl. Tu sangre sea sobre tu cabeza, pues tu misma boca atestiguó contra ti: Hay muchos factores que podrían excusar lo que el Amalecita dijo e hizo.
Saúl estaba en rebelión y se había enfrentado contra Dios.
Saúl intentó repetidamente y constantemente matar a David.
Saúl ya estaba cerca de la muerte.
Saúl le pidió a Amalecita que lo matara.
Puede ser que el Amalecita solo haya descubierto el cadáver de Saúl.
Sin embargo, ninguna de estas excusas importaba. Excepto cuando se mata justificadamente en guerra, defensa propia, o una ejecución criminal bajo la ley, es el trabajo de Dios terminar con una vida, no el nuestro. Es verdad de toda vida humana, pero es aún más cierto de la vida y ministerio del ungido del Señor. Dios es totalmente capaz de lidiar con sus siervos, incuso aquellos que solo afirman serlo.
Dios los guarde y los proteja siempre.
Pastor Kike Escobar (WMF)
Unidad Internacional de Oración (UIO)
Restoration Church UK
www.kikeescobar.com
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