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Foto del escritorPs. Kike Escobar

Venciendo la ira (clase magistral)



Levítico 19:18


“No alimentes odios secretos contra tu hermano, sino reprende con franqueza a tu prójimo para que no sufras las consecuencias de su pecado. No seas vengativo con tu prójimo, ni le guardes rencor. Ama a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor”.


Con amor se puede superar el resentimiento. Sin embargo, tengamos cuidado para no reabrir viejas heridas en los demás. Lo mejor es perdonar y olvidar.


Amarás a tu prójimo como a ti mismo: La palabra “amor” (en hebreo ahav puede ser comprendida como “estima”). El amor al prójimo comienza por la autoestima. Como resultado de amarnos, estimamos a nuestro prójimo (la persona más cercana). Esta regla general resume y satisface los demás mandamientos.


Dios nos manda deponer todo sentimiento de venganza y de rencor, y revestirnos de amor fraternal.


1. No debemos abrigar malos sentimientos contra nadie.


2. Debemos tener buenos sentimientos para con todos.


Lo peor que nos puede pasar es guardar rencor a alguien, ¡Es un desperdicio!, solo nos hace daño a nosotros. Qué más podemos sacar del rencor, excepto estrés, ansiedad y enfermedad.


¿Estás guardando rencor por alguien? ¿Estás peleando batallas que no son importantes y consumen tu tiempo y energía? Tenemos cierta cantidad de energía que no podemos desperdiciar en odios y rencores.


Si nos quedamos enredados en aquellas cosas que no son importantes, cuando llegue una verdadera amenaza, una batalla realmente inmensa e importante que podría marcar la diferencia en nuestro camino hacia nuestro destino divino, no vamos a tener la suficiente energía para ganar esa batalla.


Santiago 1:19-20


“Recuerden esto, queridos hermanos: todos ustedes deben estar listos para escuchar; en cambio deben ser lentos para hablar y para enojarse. Porque el hombre enojado no hace lo que es justo ante Dios”.


“El que vive enojado no puede vivir como Dios manda”.


Este versículo se refiere al enojo que surge cuando se siente herido el ego: “Me siento herido”, “No se oyen mis opiniones”, “las cosas no salieron como yo quería o esperaba”. Cuando hay injusticia y pecado, debemos enojarnos porque otros han sido heridos. Pero no debemos enojarnos cuando no ganamos una discusión o cuando sentimos que fuimos ofendidos o que no se nos tomó en cuenta. El enojo egoísta nunca ha ayudado a nadie.


El acento del amor tiene siempre más poder que el de la ira; y cuando la ira se convierte en una constante irritación y en un disgusto petulante, hace más mal que bien. El ser lentos para hablar, lentos para airarnos, prontos para escuchar, es siempre una buena táctica en la vida.


Efesios 4:26-27


“Además, no pequen al dejar que el enojo los controle. No permitan que el sol se ponga mientras siguen enojados, porque el enojo da lugar al diablo”.


La Biblia no nos dice que debemos evitar sentir enojo, pero sí destaca que debemos saber cómo controlarlo apropiadamente. Si somos descuidados al hablar, el enojo herirá a otros y destruirá las relaciones. Si lo guardamos, motivará amargura y nos destruirá por dentro. Pablo nos dice que debemos enfrentar nuestro enojo de inmediato, de modo que edifique las relaciones antes que las destruya. Si alimentamos nuestro enojo, daremos a Satanás la oportunidad para dividirnos.


¿Está molesto con alguien en este momento? ¿Qué puede hacer para resolver esas diferencias? No deje que termine el día antes de que empiece a hacer algo para solucionar el conflicto y salvar su relación.


La palabra lugar en griego es topos (seres ocultos bajo tierra – algo oculto donde el enemigo se fortalece – son demonios que se ocultan en el corazón) subraya la posibilidad de que los creyentes permitan al diablo controlar sus vidas. Esta es una advertencia contra las suposiciones teológicas que niegan la eventualidad de que tenga éxito cualquier intento demoníaco de perturbar o dominar a los cristianos. Pero las recomendaciones que acompañan esta afirmación equilibran la situación, dejando sentado que los cristianos responsables no pueden culpar a la ligera al diablo por pecados a los que han cedido obedeciendo las inclinaciones de la carne.


“No le deis su oportunidad al diablo”. Una diferencia, un conflicto, una pelea que no se haya resuelto, es una oportunidad magnífica para que el diablo siembre división. Muchas veces una iglesia se ha desgarrado en grupitos porque dos personas se pelearon, y dejaron que se pusiera el sol sobre su ira. Pero esta frase puede tener otro sentido.


La palabra para diablo en griego es diábolos. Pero diábolos es también la palabra normal para calumniador. Lutero, por ejemplo, consideraba que esto quería decir: “No le hagáis sitio en vuestra vida al calumniador” ¿Quién es el calumniador? Un impostor, un mentiroso, una persona con apariencia de piedad, una persona desleal, una persona hipócrita)”. Puede ser que ese sea el verdadero sentido de lo que Pablo quiere decir. No hay persona en este mundo que pueda causar más males que un calumniador (murmuradores, chismosos, cizañeros). Cuando veas venir al calumniador, lo mejor que puedes hacer es cerrarle la puerta en las narices.


Un guerrero espiritual con rabia, no es respaldado por Dios, ni en sus oraciones, ni en su intercesión, ni en sus batallas.


Una de las armas más poderosas en la guerra espiritual es el amor


“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, y en eso consiste la Regla de Oro de Mateo 7:12, “Haz a los demás todo lo que quieras que te hagan a ti. Esa es la esencia de todo lo que se enseña en la ley y en los profetas”. Una versión Bíblica dice; “Eso es lo que enseña la Biblia”.


Ya en el Antiguo Testamento encontramos casos de sublime grandeza, como los de José y David, que supieron devolver bien por mal. Pero el Nuevo Testamento va mucho más lejos con el nuevo mandamiento del Señor Jesucristo, Juan 13:34–35, “Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros. De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros”. Una señal de que somos verdaderos discípulos de Cristo, es que amamos a nuestro prójimo a nuestros hermanos.


Si Jesucristo puso su vida por nosotros, también nosotros debemos poner nuestras vidas por nuestros hermanos, 1 Juan. 3:16, “Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna”.


Amemos así como Jesús, amemos así al prójimo más que a nosotros mismos. Sin duda que, después del Señor, nadie como Pablo ha cumplido este precepto del amor que llega hasta la total negación de sí mismo, 2 Corintios 12:15 dice; “Me siento feliz de gastar todo lo que tengo, incluso a mí mismo, para ayudarlos. ¿Será que entre más los quiero, ustedes me quieren menos?”. Este es un ¡versículo conmovedor! No importa si no somos correspondidos, debemos seguir amando, no importa si nos hicieron daño, debemos seguir amando, a paz nos ha llamado el Señor.


Estimad@ amig@, no deje que pase este día, sin orar genuinamente y pedirle perdón de corazón a esa persona que usted siente que ha lastimado por permitir rabia en su corazón. De esta manera cerramos la puerta a las asechanzas del enemigo.


Dios los guarde y los proteja siempre.


Un abrazo.


Pastor Kike Escobar (WMF)

Unidad Internacional de Oración (UIO)

Restoration Church UK

www.kikeescobar.com

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